Pilar Ferrer
Operación mesías: «Estamos ante Artur, el libertador, y Junqueras, el gladiador»
Aquí estoy, dispuesto a todo. Fue lo primero que le dijo Artur Mas a la ex diputada socialista Ana Balletbó, al llegar a la localidad gerundense de Sagaró, donde este fin de semana se celebra el tradicional Encuentro Económico organizado por ella. Recordaba así las palabras que le había espetado hace meses en el Congreso, durante la entronización de Felipe VI como Rey de España. Cuando Balletbó invitó al presidente de la Generalitat a inaugurar las Jornadas, este le contestó con una frase lapidaria, escuchada por esta periodista: «En noviembre puedo estar en la cárcel o en el exilio». Los meses transcurridos revelan que la hoja de ruta de Mas sigue intacta, cimentada en la consulta por la independencia y el victimismo nacionalista exacerbado hacia Madrid.
Con su habitual cortesía, el ministro de Economía, Luis de Guindos, acudió a la cita de Gerona y saludó al presidente catalán. Palabras amables de bienvenida, puramente protocolarias, y un chorreo de proclamas soberanistas a cargo de Mas que Guindos escuchó imperturbable desde la primera fila. Como el rostro de los empresarios presentes, entre ellos Miquel Valls y Joan Hortalá, presidentes de la Cámara y la Bolsa de Barcelona. En su discurso, Artur Mas no habló de la situación económica catalana y reiteró su apuesta por unas elecciones plebiscitarias en el 2015, bajo su «lista de president», con nombres relevantes de la sociedad civil y sin siglas de partido. Algo a lo que el líder de ERC, Oriol Junqueras, sigue siendo reacio.
En este punto sigue encallado el escenario en Cataluña. Todas las fuentes políticas y socioeconómicas coinciden en que Artur Mas y Junqueras mantienen el pulso por liderar la independencia. Un veterano dirigente de CIU lo define así: «Estamos entre Artur, el libertador, y Junqueras, el gladiador». O sea, un Mas erigido en defensor del proceso soberanista y la «lista de la libertad» para Cataluña, y un Oriol Junqueras al frente del histórico partido separatista y republicano, que lucha con uñas y dientes por mantener sus esencias frente al advenedizo convergente. Mas es el sucedáneo y Junqueras el pata negra. Está en marcha lo que ya se conoce en CIU y ERC como la «Operación mesías». Un pugilato por quién será el llamado salvador de Cataluña y la conduce a la «tierra prometida» fuera de España.
Sin embargo, los planes del presidente de La Generalitat vienen de antiguo. El veinticinco de noviembre de 2007, hace exactamente siete años, el entonces coordinador del catalanismo en Convergencia, Francesc Homs, publicó un artículo en el diario «Avuí», íntegramente en catalán, bajo el título «Por el derecho a decidir». Apostaba ya Homs, miembro del círculo duro de CDC, claramente por la independencia, daba por extinguida la vía autonomista y reclamaba las bases de un nuevo Estado catalán. Empezaba entonces la transición entre Artur Mas y Oriol Pujol camino del proceso, toda vez que el hijo del patriarca era su delfín natural. Los escándalos de corrupción sobre la familia pujolista trastocaron el liderazgo y aceleraron los planes. Mas cogió la antorcha de la independencia, radicalizó su postura hacia el Gobierno de la nación y toreó a Esquerra. Algo que ahora le reprochan con crudeza las bases de ERC a Junqueras.
Según fuentes de ambos partidos, el pulso entre Mas y Junqueras es ahora muy tenso. Al líder de ERC no le gustó nada la intervención del presidente de La Generalitat en el Fórum de Barcelona. «Una conferencia no es el sitio para desvelar sus planes, sino el Parlament frente a la oposición», dicen molestos dirigentes de Esquerra.
De hecho, Junqueras estuvo en el acto con frialdad y no aplaudió las palabras de Mas.
El líder republicano se siente ninguneado por Mas y presionado por sus bases, que le reprochan haber apoyado demasiado al presidente. Junqueras ha mantenido estos días varias reuniones con sus cuadros en su domicilio de San Vicenc dels Horts, localidad de la que es alcalde, para definir su estrategia. Ello pasa por otra lista propia republicana y de fuerte cariz social para buscar el voto de los indecisos y frenar el auge de Podemos en el área metropolitana y el llamado «cinturón rojo». Es decir, habría varias «listas de país», con una campaña conjunta por la independencia.
Esta tesis no es bien vista en Convergencia y la Asamblea Nacional de Cataluña, que siguen apostando por la lista única del Presidente. Además, son críticos con Junqueras. «Dice que una conferencia no es adecuada y él hace lo mismo», señalan en CDC al recordar que el dirigente republicano protagonizará el próximo martes un acto similar en el Palacio de Congresos de Barcelona, al que también ha invitado a Mas. También acudirán los díscolos del PSC, como Ernest Maragall, Marina Geli, Toni Castell o Joan Ignasi Elena, ahora agrupados en NetCat y Avancem, dos corrientes que Junqueras confía en atraer a su candidatura de país. Con la independencia como hecho relevante, estos sectores desean incidir en el aspecto social de izquierdas y el descontento provocado por la crisis económica, dónde cuaja el voto de la formación de Iglesias.
Independencia, república, pobreza y corrupción serían los ejes de campaña de Junqueras ERC. «La gente quiere la independencia, pero también está harta de pasarlo mal», dicen en Esquerra. Además, quieren aprovechar los escándalos que atenazan a Convergencia, cuyo último episodio, el de la Consejera del Poder Judicial, Mercé Pigem, ha sido un tremendo jarro de agua fría. El asunto de su dinero sacado de Andorra explotó mientras el diputado de CIU, Pere Macías, hablaba en la Tribuna del Congreso en el debate sobre corrupción. Las caras del grupo parlamentario catalán y su portavoz, Durán Lleida, eran todo un poema. Precisamente el líder de Unió ve muy difícil la candidatura unitaria entre CDC y Esquerra, y sigue apostando por una oferta política de centro, alejada de la independencia, eje de su plataforma «Coinstruim».
El escenario se complica mucho más ante el futuro judicial de la querella interpuesta ante el Tribunal Superior de Cataluña. El presidente de la Generalitat quiere activar el victimismo y en los últimos días ha llegado a decir que el Gobierno de Rajoy busca «inhabilitarle». Por ello, desde La Moncloa y el PP se insiste en no caer en esta provocación, centrarse en la ayuda económica y solidaridad hacia Cataluña. Es el mensaje que Mariano Rajoy, su Gobierno y la cúpula del PP lanzarán en las próximas semanas y que han iniciado en Barcelona, en la «cumbre» liderada por el presidente del Ejecutivo. El objetivo es contrarrestar la actitud de Mas y sus continuas denuncias de Madrid hacia Cataluña.
Las espadas siguen en alto y el ciudadano catalán asiste con estupor a este espectáculo de listas, candidaturas y declaraciones varias. En las jornadas de S’Agaró, ante el ministro Luis de Guindos, el presidente de La Generalitat insistió en una consulta similar a la escocesa para superar el conflicto, aunque sabe que Rajoy nunca la permitirá. El llamado choque de trenes parece inevitable y el desánimo en muchos sectores catalanes es evidente. Algunos empresarios presentes en estas Jornadas económicas así lo expresaban: «Unos hacen política de formol y otros se tiran al monte». Es su manera de definir lo que ellos llaman el inmovilismo de Mariano Rajoy y la actitud desafiante de Artur Mas.
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