Alfonso Ussía

¿Otra vez?

Lo narró el gran Néstor Lujan. Falleció el Papa Pablo VI. Se reunió el Cónclave y salió elegido el bondadoso Juan Pablo I, Albino Luciani, que le escribió un libro a Pinocho. Apenas un mes después, y enterado de algunos asuntos turbios en las finanzas vaticanas, el corazón de Juan Pablo I se detuvo. Néstor le dio la noticia a su anciana madre. «Se ha muerto el Papa». Y su hacedora le preguntó: «¿Otra vez?». No pretendo la falta de respeto con la comparación, estableciendo equivalencias entre el efímero Papado de Luciani y el Campeonato Nacional de Liga de Fútbol, pero la misma pregunta de la madre del estupendo escritor catalán nace de mi estupor. ¿Otra vez? El tiempo ha pasado como un rayo y el fútbol vuelve. El Atlético ha rescatado a Villa de su melancolía culé. Villa es un futbolista formidable y una gran persona, y en los dos clubes más poderosos sufrió el boicot de la envidia. Estaba fichado por el Real Madrid cuando Raúl se opuso a su incorporación. Era mucho mejor delantero que el influyente capitán blanco y le había quitado la titularidad en la Selección. Intolerable. El que era gerente del Valencia, Juan Cruz Sol, lo anunció en el informativo de Televisión Española. «Villa es ya jugador del Real Madrid». Pero no. Entre Raúl, su banda –que también se cargó a Owen–, y Mijatovic consiguieron desandar lo avanzado y Villa se quedó en el Valencia. De ahí al «Barça», donde ha sufrido dos graves lesiones. Una en la rodilla y otra producida por los celos de Messi, que se cargó con su inmaculada bondad a todos los que intentaron hacerle sombra, lo cual es imposible. En el F.C. Barcelona padecerá de esa inquina callada Neymar, quizá más dolorosa que las de E´too e Ibra por cuanto los brasileños no acostumbran a recibir el afecto de los argentinos. En el Real Madrid, el sector pipero está muy emocionado con el partido del Trofeo Bernabéu, en el que Raúl jugará un tiempo con la camiseta de su actual equipo petrolero y otro tiempo con la del Real Madrid. La gente se emociona con auténticas tonterías. Los blancos se han reforzado muy bien –Isco, Illarramendi–, y esperan la llegada de Bale, un portentoso futbolista galés. Además, Sergio Ramos ha vuelto ideal, como si fuera un cercano pariente de Gunilla Von Bismark. Se dice –con razón–, que la Liga española ha perdido interés por la gran diferencia presupuestaria que existe entre los dos poderosos y el resto. Y se apunta –también con razón–, que ello no es consecuencia de una injusticia previa ni de agravios comparativos, sino del inabarcable potencial y prestigio que tanto el Real Madrid como el «Barça» tienen en el mundo. Se verá este año si la diferencia es tan acusada como la que señalan los números negros y rojos.

Me interesa, más aún que el principio de la Liga, analizar el cambio estético de Sergio Ramos en el terreno de juego. La televisión de alta definición ha coincidido con esta grandiosa contingencia. Los delanteros del equipo que se enfrente al Real Madrid saltarán al césped provistos de gafas de sol para no ser cegados por el resplandor dorado de la cabellera de Ramos, con ese rubio alimonado –soy embajador de los Limones de Novales–, que sólo se da en el mujerío esquinero o chaflanero del amor profesional.

El hecho, y es lo que me preocupa, es que el fútbol ha vuelto. Está otra vez, de nuevo, amenazando nuestro sosiego. Comenzará la Liga a mediados de agosto y tendremos mandanga hasta bien entrado el mes de mayo. Posteriormente la Selección defenderá su título de campeona del Mundo en Brasil, lo que garantiza la simple pasión futbolera durante once meses. Que si Casillas o Diego López –me inclino por el segundo en estos momentos–, que si Messi o Neymar, que si Cristiano Ronaldo o Bale –si al final recala en el Bernabéu–, y todas las demás chorradas discutidas en los periódicos deportivos y las tertulias radiofónicas y televisivas que tantísimo abundan mientras «El Quijote» aguarda a ser leído por muchos de sus participantes. Es lo que hay. Brotes verdes, Bárcenas, los ERE de Andalucía, Gibraltar y el fútbol. Con el fútbol pudo haber vuelto a la palestra de la popularidad, liderando la lista de Izquierda Unida en las próximas elecciones al Parlamento Europeo el ex-juez Garzón, pero lo han rechazado en los predios comunistas de Cayo Lara y se ha quedado a dos velas. Lastimoso contratiempo.

Escribo en un día soleado y claro del veraneo montañés. La mar, azul cobalto. Los bosques, frondosos y acogedores. Los ríos, todavía sobrantes del agua que viene de los neveros cercanos. Y de golpe, la realidad. El fútbol, de nuevo, está aquí. Y uno, que es aficionado, se pregunta si tan estupendo regalo no podría haber esperado unas semanas más para hacernos más felices con la añoranza. Qué coñazo.