María José Navarro

Paleto

El otro día llamaron paleto a Andrés Iniesta en una radio y todos los que somos de Albacete nos sentimos reconfortados. Menos mal, pensamos, a ver si ahora de pronto resulta que no se llevan ni las rimas escatológicas ni las risitas ni las faltas de respeto. No, tranquilos, siguen de moda. A un señor de Santander jamás se le hubiera llamado paleto, pero esto, más tarde o más temprano, los de Albacete sabemos que tiene que suceder. Andrés Iniesta fue llamado paleto por no dejar clarísimo que es un patriota de los pies a la cabeza y que con el himno se le erizan los vellos. A la vez, Sergio Ramos, jugador nacido en la provincia de Sevilla, internacional y futbolista del autoproclamado club estandarte de las esencias patrias, dejó claro que los pitos ni le van ni le vienen porque no juega la final de la Copa del Rey. Pero es mucho mejor y más sencillo llamar paleto a un señor de Albacete, amigos, lugar nacionalista por excelencia, siempre sospechoso de fomentar los valores independentistas. Albacete, si Dios quiere, se convertirá en breve en una isla donde sólo esté permitido reírse uno mismo de lo suyo. Pero esa es otra historia. Estas cosas del himno, amigos, son verdaderamente insoportables. Porque, si no somos capaces de respetar los de otros países, ¿cómo vamos a llevar en la piel solemnizar el nuestro? ¿Vieron el partido contra Ucrania? ¿Los silbidos a una gente que está sufriendo una guerra callada contra Rusia? ¿Qué esperamos entonces? ¿Vieron la cara de un tío que estaba en el banquillo visitante mirando a la grada sin dar crédito? Paletos, seguro. Pero todos. Es evidente que nos falta, más que mundo, educación.