Julián Redondo
Para Gala, León
Una vez en Málaga, Pellegrini confesó que su salida del Madrid coincidió casi con su llegada. Las dudas iniciales en torno a su figura cuajaron en certezas con el episodio del «Alcorconazo». Después, como en el tango, cuesta abajo en la rodada. Fracasos semejantes no tienen justificación en el Bernabéu. La exigencia es máxima y el empate de Óscar Gómez hizo saltar todas las alarmas y el campeón espabiló. Las oraciones de Keylor Navas llegaban a destino cuando la cabeza de Varane descubrió que el Atlético no es el único equipo que saca provecho de las jugadas «a pelota parada», que dice Simeone. ¡Ay, el Cholo! Apenas pudo disimular su indignación por el ninguneo que sufrieron sus jugadores en la gala de la Liga. El gesto le delataba en esa noche de sensaciones encontradas y en la que no pasó inadvertida Gala León, una mujer con un par que asume ser directora de la Federación Española de Tenis y capitana de la Davis con todas las consecuencias. Y no va a rajarse. Como el Atleti, ha sido ninguneada, pero por el género masculino, número plural de un deporte que para ella esconde pocos secretos. Lleva 30 años en las pistas o alrededor de ellas. Lo que no imaginó jamás fue que tras acudir a una reunión de buena voluntad, con algunos de los amigos que traicionaron a Carlos Moyà, se metía en la boca del lobo: encerrona. No se arredró, aunque se sintió insultada. Y calló. Y se indignó más que Simeone cuando filtraciones interesadas de la reunión fueron de dominio público. Los tenistas, ni vestidos ni en calzoncillos, la quieren como capitana. Se lo han dicho a la cara. Mantiene el pulso. Le costará liderar el equipo de la Davis, en Segunda, más que al Cornellá conservar la ilusión y la virginidad ante el Madrid. El 1-4 lo dice todo. Gala aún no ha pronunciado la última palabra.
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