¿Para qué sirven?

Hay una pregunta que FIFA y UEFA no han respondido. ¿Para qué sirven los dos árbitros auxiliares junto a las porterías? En España sabemos que el Comité Nacional de Árbitros tiene al cuarto componente del equipo como chivato. Está para acusar a los entrenadores de hacer aspavientos. La consecuencia son tres partidos de castigo para el entrenador. Lo constatado en lo que respecta a la presencia del quinto y sexto árbitros es al aumento de la nómina que costean los clubes. También está comprobado que son de cartón piedra. Deberían ser testigos de cargo y son testigos protegidos. Protegidos por el organismo internacional que les ha encontrado acomodo y sueldo.

Al alemán Stark sus compatriotas lo consideran el peor del país. En Madrid ya se le conocían antecedentes penales y ahora, en Barcelona. No ver un fuera de juego de tres metros es error garrafal, pero es peor que los llamados asistentes de portería no se enteren. Esta semana ha sucedido eso que bondadosamente se suele decir que unas veces ayudan y otras perjudican, pero sin «animus injurandi». Al Real Madrid le tocó en suerte Oddar Moen, que en Croacia estuvo en contra y en el Santiago Bernabéu, acompañado de dos convidados de piedra, no vio los dos penaltis madridistas y encima al derribado por Sergio Ramos le amonestó.

Que unos días dan y otros quitan es falacia. Son profesionales con obligación de tener el menor número posible de errores y la misma inflexibilidad con que se juzga a los futbolistas debería hacerse con los árbitros. Nunca se publica si son sancionados.

Posdata. Los dos del fondo, que se vayan a casa.