Reyes Monforte
Para toda la vida
«Es para toda la vida». Así definían los padres de Asunta la decisión de adoptarla. Y así fue, al menos durante los 11 años que la pequeña estuvo con sus padres adoptivos hasta que hace unos días su cuerpo apareció sin vida en una cuneta. Hay decisiones y acciones que son para toda la vida. Haya pasado lo que haya pasado, es para toda la vida y eso es lo triste, ese es el verdadero drama. Jamás la mente humana podrá entender sucesos como éstos. Nos cuesta hasta a los periodistas que quizá estemos más acostumbrados a bregar con este tipo de historias. Cuando José Beltrán, jefe de Sociedad de LA RAZÓN, me llamó para comunicarme que habían detenido al padre, no le pude decir otra cosa: «Jose, pero qué extraña esta historia. ¿Tú entiendes algo? Da miedo incluso escribir sobre ello, no se entiende nada». «Pues haz eso, escribe del miedo que da». Tiene razón. Que la vida te cambia en un segundo es algo que todos sabemos de manera directa o indirecta, pero es inevitable que aterrorice, que impacte, que duela y que sorprenda cuando sucede. Da miedo la idea de que unos padres puedan matar a su propio hijo, porque ni siquiera el «caso Bretón» nos ha vacunado contra ese horror que te deja sin palabras y al que nunca podremos acostumbrarnos. Da miedo cuando te cuentan que eran una familia modélica, idílica, brillante, responsable, querida y apreciada por todos. ¿Qué ha pasado? ¿Cuándo se rompió la anhelada normalidad, esa que no da miedo? Hay quien habla de un supuesto problema psicológico de la madre. ¿Y eso lo puede explicar todo? Porque eso también daría mucho miedo.
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