Alfonso Ussía
Perversión del lenguaje
De la perversión del lenguaje escribió un estupendo ensayo Amando de Miguel. La perversión del lenguaje, la asimilación de voces perversas, sólo es posible con la colaboración de los periodistas y los políticos. Durante muchos años, el terrorismo de la ETA fue calificado de «lucha armada». Y los terroristas eran «radicales de izquierda» o «gudaris». Como hogaño el juez Andreu, los masajeaban. Los criminales de las FARC pasarán a la historia como «guerrilleros», cuando en realidad han sido los asesinos narcotraficantes más crueles y despiadados de América. Como los tupamaros, los montoneros y los seguidores de Abimael Guzmán en el peruano «Sendero Luminoso». Los términos «comprometido» y «antifascista» expedían en España certificados de dignidad a quienes eran, simplemente, terroristas. Todo perfectamente calculado para que la ingenuidad o complicidad de los medios de comunicación o los despachos políticos infectaran el idioma y el significado de las palabras. Ahora estamos con la cursilería de la «estelada», que en español es «estrellada», es decir, la Señera de Aragón y de Cataluña invadida por un triángulo cubano de color azul y una estrella comunista de cinco puntas. Es la estrella la que determina su condición de estrellada, porque en español la estela es otra cosa. La señal de agua removida que deja tras sí una embarcación o el rastro o huella que deja algo que pasa. El estelado es un corredor. Estelar, extraordinario, de gran categoría. Estelaria, una flor. Esteliano, el natural de Esteli, ciudad nicaragüense, y estelión un saurio que vive en Egipto y se encuentra también en algunas islas griegas. Pero la estelada no es voz de nuestro idioma – me refiero al español o castellano que hablan 500 millones de personas en el mundo-, aunque los periódicos – incluido el mío-, se hayan empeñado en glorificar el término. La bandera separatista catalana se dirá y escribirá «estelada» en catalán, pero en español se dice y se escribe «estrellada», y no por capricho. Se llama así por la estrella invasora en la superficie cuatribarrada y porque se va a estrellar contra las leyes.
Hay más incultura e ignorancia que mala intención entre sus propagadores. Los mismos que al referirse a un consejero del gobierno de Cataluña cuando hablan en español dicen «conseiller», o al mencionar a la Generalidad pronuncian y escriben «Generalitat», que en catalán es lo correcto y en español una cursilería. Con las autonomías hemos dejado de usar con precisión el español y se ha impuesto un nuevo idioma, el «autonomish», que es un «spanglish» en versión cateta. Cuando la alcaldesa Colau y el importado Pisarello eliminaron a Don Juan De Borbón del callejero, habiendo sido el exiliado que con mayor dignidad llevó por el mundo su título soberano de Conde de Barcelona, me pidieron desde una radio independentista mi opinión al respecto. -¿Qué le parece que hayan quitado a «Joan de Borbó» su avenida? –Me parece muy bien porque no tengo ni puñetera idea de quién era «Joan de Borbó»-. La cursilería independentista cambia nombres y apellidos, de tal guisa que Napoleón es «Napoleó», lo cual ayuda al tintineo de risa de los cataplines.
Si en español se escribe «Gene-ralitat» debe ir entrecomillada, como «conseiller» o «lehendakari». En español se escribe y se dice Generalidad, consejero, presidente y estrellada. No hay un «lehendakari» en el País vasco. Sólo un «Lehendakari» o presidente del Gobierno vasco, pero «lehendakari» son todos los que presiden una empresa, una asociación o una comunidad de vecinos. El presidente de Petronor, en la Memoria bilingüe de la empresa, firma el texto en español como Presidente de Petronor, y en vascuence como Petronor-ka Lehendakaria. Escribir «Generalitat» en una publicación impresa en español, no sólo es una inexactitud y una cursilería, sino una bofetada al idioma común, el castellano o español, aunque Cela no admitía la equiparación entre las dos opciones. «El castellano es el bellísimo español que se habla en Castilla, exclusivamente».
No sólo como ciudadano estoy hasta el gorro de las «esteladas». Lo estoy también como lector de periódicos y seguidor de los informativos y tertulias de las cadenas de televisión y de radio. Quien se refiera a esa bandera inventada con aspecto de castrista y una estrella de cinco puntas en el triángulo azul que coloniza el fondo de la histórica Señera, que escriba la Estrellada, como Generalidad, los Segadores, y Finisterre, que también lo de «Fisterra» en TVE manda rehuevos.
Retomemos y rescatemos el español, idioma del mundo que sólo se prohíbe en España. Y el «autonomish», a freír gárgaras.
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