Alfonso Ussía
Pirámide volteada
En el fútbol, como en la política, impera el desajuste económico. Lo del fútbol es una chaladura. El máximo responsable de un gran club, el Presidente, no percibe ni un euro en compensación a su responsabilidad. Tampoco los directivos. Sí cobra un sueldo por su carácter de contratado ejecutivo, el director general. Pero el director general percibe una remuneración mucho más modesta que el entrenador del primer equipo, que está a sus órdenes. Y el entrenador, cobra mucho menos que los futbolistas que dependen de sus decisiones. Lo más parecido a un club de fútbol en España es la Generalidad de Cataluña, donde un centenar de cargos –Presidente de la Generalidad a la cabeza– perciben una soldada más alta que la del presidente del Gobierno de España. Un desbarajuste. Siempre he creído que los presidentes del Gobierno harían bien en perder el miedo a las reacciones demagógicas y subirse el sueldo. Un Presidente del Gobierno no puede ganar menos que quien escribe este artículo, y lo hace con creces. Carece de seriedad el sistema, y el que se escandalice que se proponga ser Presidente del Gobierno, y a ver si lo consigue. Un consejero de cualquier autonomía no puede ganar más que un general o un almirante que llevan a sus espaldas cuarenta años de servicio a España. Soy amigo de muchos militares, y en muchos aspectos me considero de ellos plenamente, pero si por sueldo fuera, me tendrían que presentar armas cada vez que los visito en sus academias y regimientos. Y me abruma pensar que a pesar de sus sacrificios y su patriotismo, la sociedad los trata con distancia y un algo de desprecio. Lo mismo escribo de los científicos, que se van a otros países porque en España su máxima aspiración es la supervivencia, y de los catedráticos de Universidad. En España, escribir no es llorar. Y hablar, menos aún. Un chismoso analfabeto, y peor educado que un perro mimado, gana al año en los platós de las cadenas de televisión y las tertulias de radio quince veces más que el Presidente del Gobierno. No puedo referirme al líder de la Oposición porque lleva ocho meses buscando su declaración de la renta y no la ha encontrado todavía. Ya se sabe, un papel por aquí, otro por allá, la casa sin barrer y el inoportuno extravío. No se me antoja correcto que la señora Aído, que no sabe nada de nada excepto de castañuelas, viva en Nueva York con una remuneración más alta que el Presidente del Gobierno de España. Lo defendí en ABC, muchos años atrás, cuando el Presidente del Gobierno era Felipe González. Y los periodistas y editores privilegiados no pueden hacer demagogia al respecto. Es necesario ordenar la escala de las remuneraciones en la vida pública, que de la empresa privada sólo son responsables sus propietarios y accionistas.
La Presidencia del Gobierno, las presidencias autonómicas, los partidos políticos y los sindicatos no son empresas privadas. No tengo duda alguna de que los dirigentes sindicales españoles tienen mucho más interés en sí mismos que en los trabajadores a los que creen o dicen representar. Un señor que lleva más de quince años en la poltrona sindical se convierte en un ejecutivo maravillosamente pagado con el dinero de los impuestos, las subvenciones, las prebendas y los pactos. Tampoco sabemos a ciencia cierta lo que perciben cada año los señores Méndez y Toxo, porque en ese tipo de transparencias los sindicatos son muy pudorosos. Pero nada me extrañaría que también ganaran más que el Presidente del Gobierno. No escribo de un Presidente con nombre y apellidos, sino del cargo y su responsabilidad. Una presentadora de una televisión privada puede ganar honestamente lo que ella y los directivos de su empresa acuerden y decidan. Pero la presentadora colaboracionista de una cadena de televisión pública como es TV3 está ética y moralmente incapacitada para ingresar en su cuenta 430.000 euros anuales, cuando su presidente escisionista cobra 136.000 euros, y el Presidente del Gobierno de todos tiene una nómina oficial de 72.000 euros al año. Un tal Andrew Davis, de los Davis de toda la vida, con toda probabilidad de los de la Copa Davis, es «embajador» de Cataluña en los Estados Unidos de América con un sueldo superior al del Presidente del Gobierno de España. En nuestro Estado, administrador de España, se robaría menos si los sueldos fueran más altos y adecuados al cargo que se desempeña. Un militar brillante se jubila con dos mil euros, y un brillante sinvergüenza, con muchos millones de más, provenientes de los impuestos de todos. Y no sólo brillantes sinvergüenzas, sino sinvergüenzas mondos y lirondos.
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