César Lumbreras

Planas, Díaz y Griñán

No entendí cómo Luis Planas, el actual consejero de Agricultura de Andalucía, se presentó a las primarias de los socialistas de esta Comunidad para suceder a Griñán en el partido y, en caso de haber ganado, supongo que también al frente de su Gobierno, según hemos sabido ahora. Algún día me lo explicará. En ese momento, y ahora también, no alcanzaba a comprender cómo Planas, que no es hombre de aparato del partido, se había lanzado a meterse en ese berenjenal. Sucedió lo previsto: que no logró los avales necesarios y se tuvo que retirar de la carrera, lo mismo que el alcalde de Jun, dejando el camino libre a Susana Díaz, la candidata del aparato, aunque mejor habría que decir que ella misma encarna el «aparato». Debo confesar que me alegré de que Planas, una persona preparada y capaz, conocedora de todos los entresijos de Bruselas, donde se ha pasado muchos años ocupando puestos de responsabilidad en la Comisión Europea, y que ha sido embajador de España en Marruecos en unos momentos complicados, no fuese el sucesor de Griñán, sobre todo por él. El nuevo presidente, aunque todo parece indicar que será presidenta, tendrá que gestionar las consecuencias del escándalo de los ERE, que es lo que de verdad se ha llevado por delante al que fue tiempo atrás ministro de Trabajo. De entrada, Planas contaba con todas las papeletas para haberlo hecho bien. El problema era que le hubiesen dejado actuar con libertad en el partido. Susana Díaz no tendrá ese problema, porque el partido es ella, por lo menos en Sevilla, y conoce de primera mano la «presunta golfada» de los falsos ERE, asunto que hoy tiene una cita clave.