Restringido
Podemos y C’s, ¿en vía muerta?
A Albert Rivera le ha salido un sector crítico de cara al congreso de febrero. Los discrepantes de C’s ponen en duda los nuevos estatutos que se preparan, cuestionan al actual líder y exigen más democracia interna y vía libre a las corrientes de opinión. Lo de siempre. Lo mismo ocurrió en UPyD, y antes en UCD, en el CDS o en el PCE, que acabaron como el rosario de la aurora. Para el equipo dirigente, los críticos son un incordio. Los ven como grupo organizado que con su labor de zapa pretenden desestabilizar al partido. A la vez, por primera vez en su breve recorrido nacional, los electores evalúan negativamente a Rivera, que, sin embargo, se mantiene como líder indiscutible de la formación.
A Pablo Iglesias le ha salido un poderoso sector crítico de cara a Vistalegre 2. Lo encabeza nada menos que su mano derecha, Íñigo Errejón. («Tu quoque, fili mi?»). Lo que se tomó al principio como un juego táctico, un estudiado reparto de papeles, ha derivado en una lucha a cara de perro sobre la estrategia del partido, su propuesta política, el tipo de liderazgo y el nivel de democracia interna. Sin contar con sus difusas confluencias regionales, Podemos acaba el año dividido en tres corrientes o facciones: oficialista, errejonista y anticapitalista, mientras el nivel de rechazo a Iglesias aumenta en la opinión pública y dentro de los círculos. En un año, su imagen se ha deteriorado a ojos vista.
Los dos nuevos partidos, que quebraron momentáneamente el sistema bipartidista y cuya irrupción en la vida pública despertó en su día entre la gente una notable expectación y no poca ilusión por el cambio, aparecen hoy sin apenas protagonismo político, enredados en sus organizaciones respectivas y en sus peleas internas, con riesgo de caer en poco tiempo en la irrelevancia. Desde luego, ni Podemos ni Ciudadanos, que parecían destinados a renovar la deprimida política española, despiertan dos años después olas de entusiasmo entre la población. Han perdido la novedad y la inocencia. Han asumido con rapidez casi todos los vicios del sistema. Durante un año, desde el 20-D, han contribuido a la parálisis política, sobre todo los podemitas. Al final, Rajoy sigue en La Moncloa y el PSOE, a pesar de su profunda crisis interna y sus dos facciones enfrentadas, lleva la manija de la oposición, con un papel imprescindible para el Gobierno popular, mientras C’s, que ha visto tarde su error de quedarse fuera del poder, ofrece la confusa imagen de estar a la vez con y contra el Gobierno nacional y los distintos ejecutivos regionales a los que presta su apoyo. Cualquiera diría, a la vista del panorama, que Podemos y Ciudadanos están entrando en vía muerta, cuando se les presumía largo recorrido.
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