Restringido
Que cante la gorda
Soltarlo en una tertulia sería tildado de incorrección política y te granjearía una paliza en Twitter, pero la frase es preciosa: «It ain’t over till the fat lady sings».
La usan los comentaristas deportivos norteamericanos y significa que nada es irreversible hasta el último acto, en el que sale la soprano con sobrepeso.
En España, donde la ópera juega un papel mucho menos trascendental que la corrida, la versión doméstica del proverbio es eso de «hasta el rabo todo es toro».
Tengo la impresión de que no entraremos en harina hasta el 5 de marzo, cuando Pedro Sánchez se someta a la segunda sesión de investidura y tampoco sea elegido presidente.
A partir de ese momento, se acaba el «show» y empieza la verdadera negociación. Tras dos meses y medio de postureo, tendremos una semana dramática en la que Mariano Rajoy intentará sin éxito y por última vez que PSOE y Ciudadanos se amalgamen con el PP en un Gobierno de gran coalición y todos derechos a celebrar elecciones generales el 26 de junio.
En la más absoluta incertidumbre, porque los sondeos según los cuales sólo pueden salir beneficiados PP y Podemos en una repetición de los comicios, valen lo que el agua en un cesto. Entre este martes y el último domingo de junio, fecha en que la gente acudirá a votar, pasarán exactamente 93 días en los que sucederá de todo.
Incluyendo que Rajoy, quien hoy parece más quemado que la cafetera del «Virginiano», aquel vaquero que nos amenizaba la sobremesa cuando sólo había una televisión y todo era en blanco y negro, decida dar un paso a un lado y anuncie «in extremis» que no vuelve a presentarse como candidato. Si los populares lo hacen bien y eligen al líder adecuado, eso revitalizaría su campaña y podría permitirles pasar de los míticos 130 escaños. Albert Rivera ha jugado con maestría el papel de «buen samaritano» y a diferencia de lo que hizo justo antes del 20D, ha marcado distancias nítidas con Podemos, lo que puede ser rentable para Ciudadanos. Al PSOE tampoco le ha salido mal la «tournée artística» de Sánchez, pero el periodo de gracia iniciado el 3 de febrero, cuando el Rey le facultó para intentar formar Gobierno, caduca en dos semanas y ahí empezarán los palos de verdad. De Pablo Iglesias y sus «cuates» no les digo nada, pero me da la impresión de que son legión los españoles que les han visto por fin el plumero.
A ver si canta la gorda de una puñetera vez.
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