Miguel Ors

¿Qué opina el pueblo soberano del fútbol?

X3 Premio

Las distinciones, mayormente si vienen del extranjero, perfuman de alegría y moral el aire. Alejandro Blanco es el presidente del Comité Olímpico Español. Blanco, desde hace años, es brillante satélite del planeta azul del olimpismo. Trabajador, imaginativo, emprendedor. El COE es siempre, gracias a él, foro de ideas, cursos y ciclos de divulgación. La Federación Internacional de Tiro Olímpico, en su gala anual, le ha concedido su máxima condecoración, la Cruz Azul. Subraya de ese modo lo que realmente es Alejandro en cuerpo, alma y mente: un leal y devoto servidor del olimpismo. En esa gala, también ha sido distinguido el presidente de la Federación Española de Tiro, Rodrigo de Mesa, por la magnífica organización del Campeonato del Mundo de Tiro Olímpico celebrado en Las Gabias.

España es mucho más que el fútbol. Qué orgullo que españoles como Alejandro y Rodrigo internacionalicen España.

J4 Tolerancia

En España se habla mucho de «derecho a decidir», «derecho a opinar», «derecho a votar», «derecho a no poner o no poner la bandera de España donde debe ondear por ley».

–Mira, Miguel –me dice un español nacido en Barcelona, como yo–, aquel señor tenía razón cuando decía: «España es un país maravilloso: su problema son los españoles». Sí, el problema de España somos nosotros.

–¿Por qué?

–Nos mofamos de las leyes. Las leyes, si podemos, nos las saltamos. Ahí tienes al honorable Arturo Mas pasándose honorablemente por su honorable gónada la Carta Magna. ¿Le ha pasado algo? No. Ni nada le pasará. La Ley en España, como escribió alguien, es igual para los harapientos, entre los desharrapados.

Tolerancia. Otra palabreja de moda. Tolerancia cero con el dopaje, con el racismo, con la mala educación y con la violencia.

–¿Crees tú –le pregunto a mi paisano catalán– que tras la salvajada del Manzanares desaparecerán de los estadios las canciones soeces, los insultos racistas y la violencia física?

–Si funciona la Ley, por supuesto que sí; si no, no. La civilización, como la democracia, es una cuestión de educación y de orden; su custodio, la Ley.

V5 Tolerancia II

Olé con ola brava cantábrica a todo lo que agrisa y embrutece el fútbol. Olé a las medidas coercitivas y punitivas. Pero, ¿se ha consultado al pueblo soberano del fútbol –los clubes– sobre la naturaleza y problemática eficacia de algunas de las medidas?

La reyerta del Manzanares fue una reyerta ideológica, fuera del estadio, en la calle. El fútbol, por supuesto, debe ser escuela de respeto y educación. Los clubes, por supuesto, no deben acoger en sus gradas ni a violentos, ni a los que se «sirven» del fútbol para insultar soezmente y agredir. Otra cosa es tratar al fútbol como si fuese un peligro social: es lo que se desprende del apretón de vientre de reglas paridas deprisa, deprisa, sin contar para nada «con la voz soberana de los clubes».

¿Qué quién me ha soltado todo el rollo que antecede? Una voz «soberana del fútbol» con canas en las cuerdas vocales. Me expone también esta perplejidad:

–¿Le restarían puntos al Madrid o al Barça, o clausurarían sus gradas, si voces enloquecidas e incontroladas vomitasen tacos zafios contra el árbitro?

El fútbol debe borrar del mapa a los montaraces y bárbaros. Pero el fútbol son los clubes, la desigual e injusta distribución de los ingresos que emanan de la televisión (¿por qué no se aborda también con idéntica urgencia de apretón de vientre con que, en horas, se ha descargado sobre el fútbol tanta legislación verbal?) y la polémica de lo que pudo ser y no fue.

–Polémica –sigue mi amigo–. ¿Por qué le han quitado la amarilla a Messi? ¿Por qué no a Isco? De existir ya, ¿se le aplicaría el «código ético» al escritor y periodista Luis Racionero por su columna en «Mundo Deportivo» titulada «Los árbitros españoles son madridistas»?

Creo que el señor Tebas y su acólito, el señor Carvajal, desmesuran su «amor» al fútbol. Me gustaría conocer la opinión del pueblo soberano del fútbol. ¿Por qué casi nunca se escucha la voz de la calle?