¿Quedarse o largarse?

Según se miren las estadísticas, España es un país para viejos y no para jóvenes, o un país de oportunidad donde darle la vuelta a la situación. Se cuenta la historia de dos vendedores de zapatos que fueron a otro país de viaje de negocios para «abrir mercado». Al llegar vieron que nadie llevaba zapatos. Uno de ellos envió un fax a la central diciendo: «Regreso. Aquí no hay oportunidad pues todos van descalzos». En cambio, el otro escribió: «Enviad miles de zapatos. ¡Gran oportunidad! Todos sin zapatos». Si ha aumentado la población de mayores, podemos inventar una campaña para atraer a los «senior» de otros países y así, crear la «Florida europea». Lo cual, además de atraer personas con ingresos fijos, supondría una oportunidad para crear muchos negocios alrededor de los «chicos y chicas de oro» que se instalarían en España para disfrutar del clima, de la buena comida, y de nuestra simpatía. Dado que muchos jóvenes están emigrando a otros países en busca de «un futuro», bien podrían aprovecharse las características de nuestro país para inventarnos una solución y cambiar crisis por oportunidad. Los ganadores siempre tienen un plan, y los perdedores una excusa. Si el que la población haya decrecido en 162.000 personas optamos por tomarlo como una «alarma» en vez de cómo «un dato», no podremos analizarlo con objetividad y acabaremos por perder de vista la cuestión esencial: ¿quedarse o largarse? La queja, el hastío, el pasotismo, la negatividad... no generan trabajo ni fomentan creatividad para generar soluciones. No dan ánimos. Un país hundido en la lamentación no atrae negocio. Además, nadie quiere quedarse. Por consiguiente, aprendamos a ver «la vida en Rosetta», para que éste sea un país donde merezca la pena residir y tengamos calidad de vida en todos los sentidos.