Cambios en el PP

Quien siembra vientos

La pasada semana Rubalcaba tuvo que tomarse una cucharada sopera de su propia medicina. El permanente coqueteo de los socialistas con los antisistema, sus manifestaciones públicas a favor de todo aquello que ayude a desalojar a los populares del poder, no es otra cosa que la siembra de vientos. Y quien siembra vientos al final lo único que recoge son tempestades. En Granada el secretario general del PSOE tuvo que abandonar el aula universitaria en la que iba a pronunciar una conferencia sobre la relación de la política y la química. La verdad es que me hubiera gustado mucho saber cual es esa relación según la versión de un tipo del talento político de don Alfredo que, en el escaso tiempo en que no ha ocupado cargos públicos o asimilados, se ha dedicado a la química. Los jóvenes, y no tan jóvenes, que aparecieron en la escena pública española cuando todos los indicadores advertían que el PSOE iba a ser expulsado del poder por las urnas, fueron tratados con enorme consideración por el agonizante Gobierno de Rodríguez Zapatero y su entonces ministro del Interior, Alfredo el Químico. Los antisistema estaban instalados en la Puerta del Sol de Madrid y su ira se dirigía principalmente contra el Gobierno de la Comunidad presidido en aquel momento por Esperanza Aguirre, y eso al PSOE le venía de perlas. Pero ahora, cuando el PP lleva dos años en el poder desgastándose a borbotones, el partido del químico Rubalcaba lejos de recoger los votos producto de la sangría popular, se encuentra con el mismo rechazo que su gran adversario. La bronca de la Universidad de Granada, salvo que como dicen algunos malvados fuera un montaje, lo que pone de manifiesto es que el monstruo diseñado en los sótanos de la izquierda supuestamente constitucional se va volver, se ha vuelto ya, contra su propio creador.