Restringido
Ralentización global
No nos debe sorprender la caída de las bolsas y activos de riesgo si analizamos el efecto placebo previo de la brutal expansión monetaria de los últimos años. Las principales economías del mundo han llevado a cabo un estímulo monetario desde 2009 que ya suma más de 24 billones de dólares. Si a ello añadimos un estímulo fiscal –aumento de déficits públicos– sin precedentes, el crecimiento global debería ser espectacular.
Sin embargo, las estimaciones de crecimiento mundial se han revisado a la baja todos los años desde 2009. Y en 2016 el FMI, el Banco Mundial y otros organismos han bajado sus expectativas muy rápidamente. Los estímulos no sólo no crean mayor crecimiento, sino que las estimaciones se han revisado a la baja entre un 15% y un 30% cada año.
Se dan varios efectos relevantes que han llevado a la saturación y fragilidad actual. La deuda total del sistema global ha aumentado en 57 billones desde 2007. Más del 60% del aumento de deuda viene de países emergentes y de sectores ligados a las materias primas. La capacidad de repago (medida por cobertura de intereses) global se ha reducido a niveles de 2008.
Por otro lado, ese enorme endeudamiento ha contribuido a perpetuar la sobrecapacidad global. Los tipos bajos y alta liquidez han llevado a que se fuese acumulando sobrecapacidad en cada región económica donde se lanzaban a «estimular la demanda interna». Los «motores de crecimiento» del pasado han llegado a un nivel de saturación similar al de los países desarrollados. Exceso de capacidad de entre 20% y 30%.
La combinación de exceso de liquidez, tipos bajos y estímulos fiscales ha generado desinflación en casi toda la cadena productiva.
El Banco Central Europeo ha aumentado la masa monetaria en unos 720.000 millones de euros anuales pero cuenta con 630.000 millones de exceso de liquidez. No es una anomalía, es la constatación de la saturación.
El gran error que pueden cometer las economías del mundo y las europeas en particular es continuar intentando solventar un problema de deuda con políticas que incentivan el sobreendeudamiento. Los tipos de interés reales negativos no van a ser un revulsivo para tirar de la inversión. La bajada de tipos a cero no lo ha conseguido. La represión financiera no lleva a aumentar la inversión y tomar riesgo, sino a lo contrario, a ser más prudentes ante la evidencia del exceso de capacidad.
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