Fichajes
Ratatatas
Los equipos de fútbol descubren el talento a edades muy tempranas. Si la abuelita de Kundera sabía lo que tenían dentro los colchones, leer el cielo y cocer el pan, los ahora llamados «scoutings», ojeadores de toda la vida, adivinan hasta poderes taumatúrgicos en el niño que apunta a prodigio, como un Joselito, un «Pequeño Ruiseñor», pero con el balón en los pies, algunos de ellos descalzos.
En esa concienzuda labor de captación no hay lugar para niños con taras. Los clubes adquieren diamantes por pulir. No hay otro caso como el de Messi, quien, pese a sus problemas de crecimiento, estaba tan por encima de la media en el manejo de la pelota que el Barça lo fichó, le consiguió el tratamiento adecuado y él respondió convirtiéndose en el mejor jugador del mundo, el mago que convertía el fútbol en títulos.
La voracidad de los clubes por fichar prodigios alertó a la FIFA, que afinó hasta el límite con el reglamento. Primero se llevó por delante al Barça, luego al Madrid y al Atlético. No eran suficientes argumentos que procuraran una vida mejor a los chavales y a sus familias. El rescate no convencía. El asunto terminó en el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), que sancionó al Barça con no fichar en los mercados de invierno y verano por haberse acreditado 5 casos graves de 11 juzgados; al Madrid, con un invierno a la intemperie, por dos casos de 8, y al Atlético, como al Barcelona, dos ventanas, por ¡26 de 65! La FIFA aportó la documentación; los clubes, los recursos, y azulgranas y rojiblancos terminaron en el paredón: ¡ratataTAS!
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