Alfonso Ussía

Real Hortera

El Real Madrid necesita futbolistas, no diseñadores japoneses. Aún no me he repuesto del susto. No del susto que nos dio el Córdoba el pasado lunes, sino del que nos ha proporcionado el diseñador japonés Yohji Yamamoto con las camisetas y botas que lucirá el Club Castizo y Generoso en la próxima Copa de Europa. Con esas camisetas y esas botas, el Real Madrid no puede defender su título, sino degradarlo. Muy metafórico. Yamamoto, que tiene un aspecto bastante rarito, ha ensamblado en la camiseta europea del Real Madrid dos dragones. Uno, según Yamamoto, representa la grandeza. El otro, según Yamamoto también, la resistencia. Y ahora viene el mensaje. Ensamblados los dragones se puede adivinar el «11» correspondiente a la undécima Copa de Europa. Ya se sabe cómo son los orientales con estas figuraciones. Y las botas son para comérselas. Parecen inspiradas en una ensaladilla de frutas servida en los lomos de un cocodrilo de Lladró. Pueden hacer daño a los defensas del equipo adversario en los primeros minutos de juego. Después, harán el ridículo. Las botas y las camisetas.

Los dragones, o al menos estos dragones, representan la grandeza y la resistencia. Pero lo mismo podrían representar la estupidez y a la Asociación de Amas de Casa de Saporo, que me aseguran es una asociación con un prestigio ancestral. Búsquese por el mundo una camiseta deportiva –y en este caso la más gloriosa y respetada de la Historia del fútbol–, más fea que la europea del Real Madrid y obtendrán un merecido premio. Las mocitas madrileñas, en lugar de ir alegres y risueñas a Chamartín van a hacerlo con gafas de cristales oscuros para ver a su Madrid. O para no verlo, que será mucho más saludable.

A este viejo madridista, esta horterada le ha causado estupor. A Yamamoto no, que además, habrá cobrado por su gamberrada un considerable montón de dinero. El Real Madrid es una histórica y grandiosa institución. Y la grandeza en España no se representa por dragones. Se representa por la calidad, el esfuerzo y el trabajo, cualidades que siempre han destacado en la mayoría de los futbolistas y baloncestistas que han tenido el honor de vestir la camiseta madridista, antaño blanca y hogaño –por la dictadura de las marcas–, expuesta a toda suerte de tintes y filigranas. La estética es parte de la grandeza. Figúrense al Rey recibiendo en el Palacio Real a los nuevos embajadores con un kimono adornado por un dragón que representa la grandeza. La Corona se resquebrajaría. Figúrense al Presidente del Real Madrid presidiendo el palco con dragones estampados en las solapas de su chaqueta. Terrible. ¿A quién se la ocurrido la chorrada de contratar a Yamamoto para humillar la estética del Real Madrid? Ignoro su identidad y su cargo, pero le adelanto desde el desconocimiento de sus datos personales, que es más hortera que el multimillonario ruso Yuri Skazhanov, que tiene un Ferrari para cubrir la distancia que separa su casa de la de su amante, Olga Teleshkyna, y otro Ferrari diferente para volver. «Hago con mi dinero lo que me sale de las narices». De acuerdo, señor Skazhanov. Pero nada de acuerdo, señor Pérez. La estética y la elegancia del Real Madrid pertenece a todos sus socios, sus abonados, sus simpatizantes y sus aficionados, que se cuentan por millones en el mundo, y por millones en el otro mundo. Afear por un asunto comercial la imagen del Real Madrid es moralmente un delito. No penado, pero delito.

Hasta ahora, la relación de hechos y objetos más horteras del mundo se desglosaba de esta guisa en sus cinco primeros clasificados. 1/ El salón del cazador tejano, Graham Mac Donovan, en el que caben un elefante, un rinoceronte y un búfalo naturalizados en su totalidad corpórea. 2/ El libro de sociedad «¿Quién es quién?» de Guatemala encuadernado lujosamente. 3/ El chándal del difunto Jesús Gil, del difunto Hugo Chávez y del viviente Fidel Castro. 4/ La reproducción exacta del «Taj Majal» donde habita en Hollywood el productor Clarence Fiorino. 5/ El «Cadillac» naranja gran Limusina que alquila durante sus estancias en Nueva York el jeque Abdhallá Amin Shalá para pasar desapercibido.

A partir de ahora, ingresa en la clasificación el uniforme europeo del Real Madrid diseñado por el granuja de Yamamoto.

Algunos quieren convertir al Real Madrid en el Real Hortera. Y hay que oponerse a ello. No pueden herir el buen gusto y la estética de más de 110 años de gloria.