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José María Marco

Reformas y estabilidad

El año 2012 ha sido un año terrible. El PIB se contrajo de nuevo, el paro creció en un 9,64%, hasta alcanzar las 4.848.723 personas. Han seguido cerrando empresas y el ajuste ha llegado al sector público, con medidas de ajuste inéditas en la España democrática. En junio parecía que estábamos abocados al rescate, con lo que nos habríamos convertido en un país intervenido, con una democracia inestable, incapaz de afrontar los problemas de todos.

Pudimos sortear el rescate gracias a una actitud del presidente del Gobierno que en su momento casi nadie entendió. Se ha conseguido rebajar el déficit, las exportaciones han aumentado de forma significativa y las empresas y los particulares han empezado a quitarse de encima una deuda asfixiante. Algunas comunidades autónomas han decidido inmolar su población al proyecto político de las oligarquías locales. Las demás están empezando a cumplir con los topes de gasto. Sobre todo, el conjunto de los españoles ha comprendido que era necesario cambiar de enfoque vital. Con la crisis, hemos pasado de un modelo de irresponsabilidad y facilidad a otro de esfuerzo y madurez. Ha quedado demostrado que la sociedad española está abierta a las reformas, no tiene miedo a asumir responsabilidades y confía en sí misma.

Enfrente de la actitud reformista está una izquierda aferrada a modelos sociales y políticos imposibles de sostener en la actualidad y que en muchas ocasiones parecen destinados únicamente a salvaguardar privilegios históricos. El recurso abusivo a la huelga y a la manifestación no ha aumentado su popularidad. Tampoco ha logrado –por ahora– reconstruir el gran frente contra «la derecha» que era la especialidad de nuestras organizaciones de izquierda. También esto es digno de consideración. Por otro lado, los españoles seguimos mostrándonos –como siempre– proclives a un peculiar sentimentalismo de tono moralizante en algunas cuestiones sociales. Está bien, por ejemplo, solidarizarse con los desempleados y los desahuciados, pero también es importante recordar que el exceso de prestaciones contribuye al aumento del paro y que las hipotecas contraídas son responsabilidad de quien aceptó en su día el dinero. Todo parece indicar que 2013 tendrá una doble cara. Continuará el escenario de crisis, pero también se empezarán a ver los frutos de las reformas y los cambios de mentalidad. Será imprescindible continuar y profundizar el impulso reformista. Lo que la sociedad española necesita es un Gobierno capaz de seguir adelante con las reformas y al mismo tiempo, estabilizar la situación y las instituciones para varios años, todos los que sea posible.