Restringido

Renovación del PP

La Razón
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El cambio generacional que estamos viviendo reside más en las formas de hacer política que en la edad de los intérpretes. Cierto. Pero también los años influyen. No se transmite igual la regeneración si la figura que va por delante es la de José Manuel García-Margallo y no la de Pablo Casado. No vamos aquí a descubrir la importancia de la imagen en democracias mediáticas donde las televisiones tienen tanta influencia en el voto.

El mes de diciembre Mariano Rajoy se juega La Moncloa con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Tres jóvenes políticos de una generación muy distinta a la del presidente, que tiene 60 años. El contraste de edades, con los gustos actuales, no juega a favor del líder del PP. Menos aún en cualquier debate televisivo que los junte. Rajoy puede sentir el vértigo de estar enfrentándose con sus sobrinos.

Nadie en Génova 13 lo dice abiertamente. Aunque ya algunos lo calibran. Y cerrar un acuerdo con el PSOE para dejar sin postre a Podemos y Ciudadanos, aunque sean fuerzas no representadas en el Parlamento español, parece una solución delicada para que Sánchez la considere.

De cualquier modo, ya puede Rajoy digerir esa perspectiva porque deberá medirse a ellos en el próximo Congreso de los Diputados, donde reinará la renovación generacional. Al menos en las marcas emergentes. Nada de chapa y pintura. También Pedro Sánchez pretende comparecer con unas candidaturas depuradas de veteranos y de ex ministros para lanzar un mensaje de cambio interno.

Mientras, las noticias que salen del PP, pese a expresar los deseos de «fuerte renovación», hablan de que los actuales ministros, con la excepción de Luis de Guindos y Pedro Morenés, así como parte de los secretarios de Estado, tendrán su lugar destacado en las listas electorales. Lo mismo que glorias del partido como Javier Arenas, Celia Villalobos y otros. El intento de cambiarle la música y la letra a los populares y ofrecer unas siglas más modernas y seductoras puede quedar frenado.

Es complicado hacer una renovación desde el poder. Claro. A no ser que los mismos protagonistas sean quienes, viendo las necesidades, den un paso atrás demostrando tanta generosidad como la que ha tenido con ellos su formación. De lo contrario, el PP corre un doble riesgo: transmitir en la campaña la imagen de partido avejentado y, luego, en la próxima legislatura, perder el tren de la regeneración.