Política

Fernando de Haro

Retrato en Granada

Retrato en Granada
Retrato en Granadalarazon

Un retrato con Granada de fondo es una gran cosa. El agua del Darro, aunque escasa, aclara mucho los perfiles. Y la luz, a la que le queda la memoria de las Alpujarras, no deja secretos. Y eso es lo que ha sido el congreso extraordinario que ha celebrado el PSOE de Andalucía este fin de semana en la ciudad de la Alhambra: un buen óleo del momento por el que atraviesan los socialistas.

Susana Díaz, que ejerce de sevillana, parece búlgara. Ha sido ensalzada hasta lo más alto con un respaldo en su elección de casi el 100 por 100 de los votos. Unanimidad para la joven promesa a la que todos se agarran como tabla de salvación. Sus contradicciones han sido evidentes. Tan pronto ha reclamado un cambio para volver a conectar con «su» mayoría social como ha reivindicado la gestión de los últimos 30 años de la Junta. La de los ERE falsos, la de las subvenciones descontroladas, la de la tasa de paro astronómica, la del rotundo fracaso educativo.

No importa. Susana les parece aire fresco. Tiene labia, tiene fuerza, y es nueva. Y la necesidad aprieta. Tanto les gusta que muchos han pedido que «la operación Susana» se repita a nivel nacional. Sólo quince días después de la Conferencia Política, en la que supuestamente se sellaron las paces y se aceptó aplazar el debate de las primarias y dejar a Alfredo Rubalcaba donde está, se reabre la herida. Griñán y otros han repetido que hace falta un cambio.

El relevo en Andalucía no ha tenido nada de modélico. Ha sido consecuencia del proceso de los ERE. Es hijo de la juez Alaya. Pero eso tampoco importa. Lo que cuenta es mover la silla.

De momento, Susana y Alfredo se abrazan. Rubalcaba la necesita como el aire. Pero Susana manda ya mucho. Ella fue la que dijo que había que votar contra el derecho a decidir en el Congreso, la que salvó la Conferencia Política del desastre. Sin un proyecto claro, sin haber recobrado una unidad elemental, el PSOE está en manos de una trianera recién llegada que nunca ha ganado unas elecciones. Mañana puede estar en otras.