Alfonso Merlos

Reválida garantizada

La Razón
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Quien tiene hambre sueña bollos. Es lo que les está ocurriendo a los socialistas, noche tras noche, semana a semana, después del desastroso resultado que cosecharon aquel 20-D. Dan por consumado un asalto al poder sin reparar en medios o aliados, pero estableciendo como Verdad absoluta el descabalgamiento rotundo del PP, no sólo de las instituciones sino de las propias preferencias de los españoles.

¡Y no es así! Los guarismos que hoy exhibe LA RAZÓN son la prueba viva e incontestable de que si se volviesen a repetir los comicios por culpa del obstruccionismo de los perdedores, y si el candidato fuese de nuevo Rajoy, el triunfo seguiría siendo holgado y seguro. Estaríamos ante el refrendo ciudadano, por mayoría meridiana, de los valores solventes y las políticas fiables frente a la incertidumbre, la alquimia y el experimentalismo contra natura.

La campaña de la izquierda para minar la moral del partido de la gaviota –en su dirección y en sus bases– está fracasando estrepitosamente. Quizá por la obsesión irrefrenable de Iglesias y Sánchez de tomar La Moncloa a cualquier precio se mantienen en sus posiciones, en sus principios y en sus votos. Quienes entienden que España necesita un ejecutivo fuerte y respetado que culmine la próxima legislatura la misión iniciada; quienes son conscientes de que, ante la debilidad embrionaria de la recuperación económica, un golpe fatal de timón podría dar al traste con nuestras aspiraciones más inmediatas de futuro. O sea, son abrumadoramente superiores en número los compatriotas que no se han tragado una letal operación de propaganda que sigue atufando a antidemocrático cordón sanitario. Ya se sabe: la derecha tiene el monopolio de la corrupción, los que han mandado los últimos años se tienen que ir a su casa o a la oposición para regenerarse, es un suicidio apoyar en toda circunstancia a una formación tóxica capaz de contaminar a cualquiera con una mínima consideración de la ética y la moral pública... bla, bla, bla. La operación ha usado munición de grueso calibre y las ráfagas de fuego han sido durísimas. Pero la reválida demoscópica de los que gobiernan en funciones y se impusieron hace casi cien días por decisión soberana a pie de urna es un nuevo jarro de agua fría para el desesperado líder del PSOE. No hay peor sordo que el que no quiere oír.