Iñaki Zaragüeta
Rivera en contradicción
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, tiene un problema que sólo él puede solucionar. Es consigo mismo. Lo he escrito en alguna ocasión, y dicho muchas veces: su oportunidad política aparecía en el sector social de centro-derecha, mientras que su ideología personal derrota hacia el ideario socialista, centro-izquierda. Esto último le provoca su aversión, hasta la obsesión, por Mariano Rajoy, que sería la misma hacia cualquier otro popular. Probablemente, esta cerrazón es la causa de que su expectativa política, la importante, la de La Moncloa, haya desaparecido de forma definitiva.
Hechos son amores. Tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, obvió que la mayoría de sus apoyos en las urnas procedían de los votantes del PP y abrazó con entusiasmo la coalición con Pedro Sánchez, desoyendo los mensajes de la lógica. Tanto fue así que seis meses más tarde comprobó cómo le abandonaban muchos de quienes le habían sostenido. Una caída que lejos de terminar, prosigue según coinciden las encuestas.
Rivera no termina de aceptar su protagonismo, a pesar de que pudiera ser decisivo en determinados momentos. Parece no darse cuenta de que, como todos, es humano, que no está en posesión y siempre de toda la verdad. De ahí que le cueste asumir que Rajoy cuenta con más confianza ciudadana que él. Lo volvió a demostrar contradiciendo a su secretario general, José Manuel Villegas, sobre el pacto de la limitación de dos mandatos para Rajoy. Su delfín hizo pública la posición de C’s de que el acuerdo no tenía carácter retroactivo. Sin embargo, él reapareció el lunes afirmando lo contrario en base a un «compromiso político» que no aparece por ningún sitio. Así es la vida.
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