Sanidad

El pasado mes de mayo, dos conocidos, sin relación entre sí, tuvieron sendos episodios de lo que fue diagnosticado como hernias discales. Estuvieron en las urgencias del Hospital Puerta de Hierro y la Paz, respectivamente, en Madrid, en varias ocasiones; en algunas de ellas se pasaron allí más de doce horas, porque no podían moverse. Solventado el primer problema, recibieron las mismas instrucciones: pidan hora para hacerse una resonancia y completar el diagnóstico. Lo intentaron. En el primero de los casos, el paciente fue convocado para el mes de noviembre (un semestre), a pesar de que se pedía la prueba con urgencia, mientras que, en el segundo (el de la Paz), ni siquiera le dieron fecha, por lo que optó un mes más tarde por acudir a una clínica privada, donde obtuvo la resonancia; acudió con ella al neurólogo y está en lista de espera para una intervención quirúrgica. He recordado estos dos ejemplos, que me relataron los afectados en primera persona en su momento, cuando he visto que en el último sondeo del CIS los ciudadanos sitúan a la Sanidad como uno de los principales problemas de los españoles con un aumento de tres puntos, pasando del 9 al 12 por ciento. El paro es la primera preocupación y en tercer lugar se sitúa la educación. Pues bien, la mejora de la sanidad no figura entre las seis prioridades que estableció ayer Rivera de cara a la reunión que mantendrá hoy con Mariano Rajoy, quizás porque es competencia de las comunidades autónomas. Resulta comprensible que el de Ciudadanos no haya descendido a lo que en la alta política se pueden considerar asuntos muy concretos y que se haya concentrado en la corrupción (tres de los puntos hacen referencia a este asunto), los aforamientos, una nueva ley electoral y la limitación de mandatos y transparencia. Ahora bien, debe llegar un momento en el que los políticos, tanto si tienen responsabilidades de Gobierno como si no, se ocupen de las principales preocupaciones de los ciudadanos. Para eso han sido elegidos.