Bartolomé Beltrán
Seguimos fumando
Empieza a molestarme lo que está ocurriendo con el tabaco. Un paso hacia adelante y treinta y tres hacia atrás. Por eso me olvido de que haya sido el Día Mundial sin Tabaco para recordarles que todos los días andamos metiendo el humo en esa maravillosa estructura histológica y funcional, vascular y tensoactiva en la que se producen esos intercambios que de ser nocivos nos llevan inexorablemente al cáncer de pulmón.
Así que la entrega de hoy es la que hicieron dieciséis especialistas de distintas áreas en un encuentro virtual celebrado por el Grupo Hospitalario Quirón.
La relación entre tabaco y cáncer es directa, y la desaparición del primero convertiría a ciertos tumores, como el de pulmón, en infrecuentes. El daño del tabaco no se restringe al pulmón, sino que el riesgo de tumores afecta a todos los órganos que entran en contacto con él (especialmente la boca, muchas veces olvidada) y es determinante en las enfermedades cardiovasculares. El cáncer no es el único daño que causa el tabaco en el pulmón. El enfisema y la EPOC son dos procesos irreversibles directamente relacionados con el tabaco.
El tabaquismo afecta de forma negativa a la fertilidad masculina y femenina, así como en el proceso de concepción, y puede adelantar la menopausia cuatro años. La mujer fumadora tiene más riesgos durante el embarazo y su bebé también sufre las consecuencias negativas antes y después de su nacimiento. Los niños son las víctimas más vulnerables entre los fumadores pasivos y el tabaco es el factor de riesgo prevenible más determinante en las enfermedades respiratorias infantiles.
El fumador duerme menos y su calidad del sueño es peor. La adicción que causa la nicotina es el principal obstáculo en el proceso de deshabituación, pero una vez se supera, hay beneficios visibles de inmediato, como la calidad de la piel.
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