Manuel Coma
Si Chávez nos deja...
De Chávez dijo Bush, en privado, que era para él un grano en el trasero. Para Iberoamérica y los desgraciados países entrampados en el impresentable bolivarismo, ha sido un foco infeccioso de mala recuperación y para Venezuela, un cáncer que ningún hospital cubano someterá a cirugía, aunque otros isleños se encargaron de ordeñar. El aspirante a dictadorzuelo, tras un fracaso inicial de la vía golpista, ha tratado de mantener las apariencias democráticas y ha pretendido ser, de gesto y bocaza, el campeón del antiamericanismo, cuidándose muy mucho de no pisarle ningún callo sensible al denostado gigante del norte. Su régimen se ha mantenido con dinero y con exabrupto, y el dinero ha hecho ricos a sus colaboradores en las alturas, mientras que para las masas creaba un insostenible Estado del Bienestar con 27 «misiones» (programas sociales). Con dinero ha regado pródigamente sus bases en los fecundos tiempos electorales. El dinero, por supuesto, ha salido del petróleo y el petróleo lo han comprado los americanos. 341 mil millones a lo largo de 13 años en el poder, sin contar el 14, el que acaba de terminar. Y eso a pesar de que la corrupción y la incompetencia de su régimen ha llegado casi a arruinar la industria extractiva, que representa el 90% de las exportaciones y la mitad de los presupuestos del Estado. La subida meteórica de los precios del oro negro tras la guerra de Irak salvó al régimen de la bancarrota a la que se veía abocado, pero su alocado derroche, junto con el reajuste del mercado energético internacional como consecuencia de la crisis, hace insostenible la situación fiscal del país en un plazo bastante corto. Mala herencia a la que, desde luego, ningún chavista renuncia, y por la que, muy probablemente, varios de sus capitostes están dispuestos a disputar. Por muy rentables que las incesantes soflamas antiamericanas le hayan resultado al gorila rojo (aunque con coloración de camuflaje) tanto doméstica como internacionalmente, no han pasado de ser una hirsuta cáscara con poco contenido. El mercado es el mercado y cuidarlo ha sido su prioridad. Bush ha tenido que dedicarse a cosas mucho más graves y la realidad es que nunca tuvo tiempo ni ganas de ocuparse en serio del incordio Chávez, para gran decepción de los opositores internos. A Obama le ha causado menos molestias. Se apuntó cautamente a la obamolatría internacional y el buenismo del presidente demócrata. Con Chávez en el lecho del dolor, ya se han producido conversaciones entre la directora general para Latinoamérica y el heredero in pectore, el vicepresidente Maduro. Cuando éste tiene la perspectiva de verse enzarzado en una lucha intestina por el poder, probablemente considere que más vale cerrar cualquier posible vía de conflicto con los gringos. Posiblemente también se lo hayan recomendado los cubanos, aterrorizados de que se puedan acabar los regalos que Caracas hace a La Habana. También por ahí lo mejor es estar a bien con Washington. Lo que se ha filtrado es que Maduro ha propuesto el restablecimiento inmediato de embajadores. En la capital americana, sin poner listones democráticos, quieren algunas consecuciones previas en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
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