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Siempre fuerte

La Razón
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Decía Oscar Wilde que lo menos frecuente en este mundo es vivir ya que la mayoría de la gente sólo existe. Es curioso cómo las personas entendemos mejor la grandeza de estar vivos cuando la sombra de la parca deambula en rededor. Algunos se convierten en expertos en driblarla y nos zarandean para que espabilemos, valoremos lo que tenemos, dejemos de impostar una ceguera tan absurda como humana y, en justa correspondencia, sólo nos piden que nos unamos a ellos.

Estos días el zarandador de conciencias es Pablo Ráez, un joven malagueño enfermo de leucemia. Es la segunda vez que a sus 20 años lucha contra la enfermedad, pero esta vez nos ha querido involucrar a todos en su lucha contando su día a día en las redes sociales. Gracias a él , a sus vídeos y a sus mensajes, las donaciones se han cuadruplicado, solo en Málaga han aumentado un 1.000%. La enfermedad nos iguala a todos porque nos puede tocar seamos quien seamos, como seamos y lo que seamos. Con la salud sucede como con el amor: hasta que no lo pierdes, no sabes lo que tenías, y parece que solo entonces lo valoras y comprendes la suerte que poseías. Somos animales de costumbres, pero de memoria no andamos muy sobrados. A veces se nos olvida que somos números de una lotería y que en cualquiera momento puede salir la bola que vire nuestro destino. Por hablar sólo de una tómbola en particular: en España, cada día se diagnostican 11 casos de leucemia. Hay 230.000 donantes de médula y gracias a iniciativas como la de Pablo, solicitando la donación no para él, sino para todos, algunos creen que al finalizar el año podremos alcanzar el medio millón de donantes. Pablo ha ideado esta campaña para lograr el millón. Tampoco es tan difícil. Los españoles hacemos gala de nuestra generosidad cuando nos apremian a ello. Lo malo es que tienen que recordárnoslo cada cierto tiempo. Es curioso que la concienciación y la fuerza la tengan que dar ellos. Como dice Pablo: «Siempre fuerte». Seguir donando, seguir viviendo, una cosa lleva a la otra. Recojamos el guante. Es un simple análisis de sangre que salva vidas, también la nuestra.