Carlos Rodríguez Braun
Simetrías antiliberales
En una de sus viñetas en el diario «El País» dibujó El Roto a un hombre ante varias papeletas electorales, que pregunta: «¿Qué es lo que votamos, si gobiernan los mercados?». En el diario «ABC», no precisamente alineado con las opiniones publicadas en el periódico del Grupo Prisa, escribió Juan Manuel de Prada que la democracia es «esa pantomima que el Dinero controla a su gusto», es decir, la misma idea de El Roto.
Estas simetrías antiliberales, por supuesto, son conocidas, desde el acercamiento, gracias a su común rechazo al capitalismo, entre fascistas y comunistas hace casi un siglo hasta la coincidencia entre Podemos y el partido de Le Pen, votando siempre en contra del libre comercio en el Parlamento Europeo, y pasando por los falangistas en nuestro país, que migraron al PSOE tras el final de la dictadura franquista, sin olvidar las tradicionales coincidencias de muchos religiosos y ateos a la hora de recelar ante la economía de mercado.
No pretendo, por tanto, haber descubierto nada. Lo que me interesa es plantear si la prédica antiliberal que hace tan extraños compañeros de cama tiene fundamento.
La vinculación entre el mundo empresarial y la política es antigua, y ha sido denunciada por los economistas liberales desde Adam Smith: esas relaciones incestuosas son lo contrario del capitalismo y el mercado libre. Pero el socialismo, desde el propio Marx, le dio un giro radical, porque pasó de dicha denuncia liberal contra los grupos de presión a sostener que las empresas son las dueñas absolutas de los Estados, que serían, como dijo Marx, «meros títeres de la burguesía». Ésta es la idea que en el siglo XX cultivaron, entre otros, los nazis, los fascistas, los socialistas y los comunistas, y que subyace a la mencionada simetría entre El Roto y De Prada.
Problema: no es verdad. Es imposible que el Estado esté por completo en manos de los empresarios, salvo que los empresarios sean masivamente idiotas o suicidas, lo que no parece ser cierto. La realidad es que los Estados han crecido a expensas de las empresas, a las que han lastrado con toda suerte de obstáculos y a las que han cobrado impuestos que no han dejado de crecer. Mientras en Podemos deliran con que el PP y Ciudadanos son «partidos del Ibex 35», ambas formaciones coinciden en... subirles los impuestos a las empresas del Ibex 35. Realmente, si el Estado es el títere de la burguesía, es un títere muy curioso, porque obliga a pagar al titiritero.
Y los ejemplos podrían multiplicarse. Las grandes multinacionales no ocultaron su hostilidad al «Brexit», y sin embargo, «los mercados» no impusieron su criterio a los votantes.
Ahora bien, si no es verdad que las empresas ostenten el poder político real ¿por qué tanta gente tan diferente como El Roto y Juan Manuel de Prada proclaman que nos mandan los mercados y no los gobiernos?
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