Julián García Candau

Sin amortizar

Kaká fue presentado con pasarela «hollywoodense» en el Santiago Bernabéu. Representó un golpe de efecto extraordinario. El Real Madrid conseguía arrancar de las redes italianas a la última gran estrella brasileña, al jugador que había merecido ser «Balón de Oro». Fue operación de Florentino Pérez, quien siempre ha creído en la presencia de grandes estrellas mundiales en su equipo. Llegó con toda clase de bendiciones. Durante cuatro años ha sido buen profesional y cuando le ha llegado el momento del relevo ha sabido aguardar oportunidades. Finalmente, ha comprendido que sólo puede ser florero y pide que le ayuden a marcharse.

Kaká no cree que su estrella se haya apagado. Confía en sus posibilidades futbolísticas y piensa que jugando en otro club hará posible la llamada de su selección, Brasil, para el Campeonato del Mundo que ha de jugarse en su tierra el próximo verano. Debe tener en el pensamiento la figura de Didí, quien fracasó en el Real Madrid, siempre se dijo que no se le permitió, y tras su infausto paso por el Santiago Bernabéu volvió a ser campeón del mundo en 1962.

El Madrid quiere darle la boleta, pero recibiendo algún dinero. No es fácil encontrar quien pague bien por alguien que está en la cuesta abajo. No es posible darle diez millones de euros por temporada y menos aún que el Madrid le conceda la libertad y corra con la mitad de la ficha para que juegue en otro equipo.

Dicen en el club que está amortizado. Me cuesta creerlo por el dinero que se pagó, lo que ha cobrado y el rendimiento que últimamente ha dado.

Posdata. Es rentable darle la libertad y ahorrarse el salario. No querrá.