Julián García Candau
Sin foto ni gloria
No hubo foto. El presidente Teodoro Obiang no se presentó en el estadio de Malabo. El partido, en teoría a su mayor gloria, no lo utilizó como se temía. No hizo acto de presencia por decoro o simplemente porque alguien le recomendó que no lo hiciera. Fue el modo de restar trascendencia política a un partido que desde España, salvo para quienes lo autorizaron, no tenía sentido. «La Roja» tampoco añadió nada a su gloria. Ganó, pero sin gran juego.No era encuentro para excelencias y por ello Del Bosque prescindió de varios titulares. Hubo tal confianza entre los españoles que los ecuatoguineanos llegaron a las inmediaciones de Reina con más asiduidad de la esperada. La foto del día fue para Bermúdez, que tendrá para su historial el hecho trascendente de haber batido a la campeona del mundo. A «La Roja» le sobró confianza y le faltó orden en medio, lo que creó a Iñigo Martínez y Bartra situaciones comprometidas. Era partido amistoso excepto para Fijdeu, jugador que debió ser expulsado dada la violencia con que jugó. La tercera de sus tarascadas lesionó a Xabi Alonso, quien tuvo que ser sustituido por Busquets. Dio la impresión de que Fidjeu jugó enardecido por las estrofas del himno que relatan el hecho de que «tras dos siglos sometidos bajo la dominación, colonial gritemos viva libre Guinea». Es camerunés que parece converso. Ni siquiera los cambios añadieron ventaja en juego y goles. La selección guineana, hecha con nacionalizados y nacidos en las canteras españolas, brilló más de lo previsto
Posdata. La experiencia, futbolísticamente, no mereció la pena. Políticamente, menos.
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