Irene Villa

Sin límites

La Razón
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Hoy Management & Business Summit (#MABS2017), por iniciativa de Atresmedia, celebra su segunda jornada «Sin límites» para energizar a las empresas en particular y a la sociedad en general. Diferentes líderes mundiales exponen sus experiencias para empoderar a las personas y recordarles que el único límite son ellos mismos –hoy tengo el honor de compartir una filosofía de vida práctica y productiva–. Y no se me ocurre nadie mejor para homenajear en esta semana de exaltación de nuestras fortalezas internas, que la persona que no ha dejado de ser noticia esta temporada por sus sorprendentes logros y conquistas cuando, supuestamente para muchos, era mejor que se retirase. Quien mejor encarna el espíritu de este importante encuentro y además no ha dejado de demostrarlo pese a encontrar los límites en su propio cuerpo de tanto forzarlo, es el enorme y a la vez tremendamente sencillo y humilde Rafael Nadal. Su cuerpo se resistía a seguir, pero su cabeza seguía en las pistas que tantas lecciones de vida le dieron. Muchos le daban por acabado porque pensaban que ya no iba a poder entregar lo que en toda su carrera demostró como nadie. Sin embargo, siguió ganando importantes torneos y la increíble victoria que le reafirma como una leyenda: su décimo Roland Garros. Parecía una verdadera utopía ganar incluso a esos jóvenes talentos que vienen empujando. La humildad y la entrega son la base de los buenos deportistas, como nuestro querido Vicente del Bosque que también hoy hablará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Nadal es ejemplo y referente de actitud proactiva, luchadora, esperanzadora hasta el último atisbo de aliento. Mejor deportista español de todos los tiempos y ejemplo de persona como le inculcó su tío y entrenador Toni Nadal. Es el primero en lograr el pase para la Copa de Maestros (ocho mejores raquetas del mundo). Le vimos emocionado con el himno de España y nos contagió unos sentimientos difíciles de reflejar en esta columna. Una mente potente fuera de serie, que nos demuestra que no hay límites.