Real Madrid
Sin trucos
Perder o ganar, he ahí el dilema. Segundo, mejor que primero, por evitar cocos en el sorteo. Elucubraciones, cábalas, apaños, «biscottos» que desmerecen la calidad del BD, capaz de vencer sin recurrir a la incomparecencia. Rendición que, en caso de derrota, justificaría un bombo supuestamente tolerable. Mandangas que Benzema, otra vez cotizando al alza, evaporó al aprovechar los tres cuartos de gol que le regaló Carvajal y luego idéntico donativo de James. Y sin embargo, 2-2. Segundo.
James, a lomos de una montaña rusa, inconcebible en un talento –mundialmente alabado en el Mundial de Brasil– de 80 millones de euros, fue titular. Sube, baja; juega, mal o regular; aparece y desaparece. Un misterio. Tiene por lo menos 19 compañeros en la plantilla por delante de él. Regresaba a Colombia para que le acunaran en la selección y encontraba coartadas a su escaso rendimiento en el Madrid. El entrenador –Benítez entonces– no le comprendía y, ya en el precipicio, dejó de entenderle Zidane, también el seleccionador Pekerman. James se extravió; pero Zizou siguió esperándole y le dio otra oportunidad, que aprovechó frente al Dortmund. Lo dio todo.
Con Lucas no hay sorpresa; productividad excelente, comportamiento ejemplar, valor en alza. Ha heredado el puesto de Bale en ese esquema que exige correr una maratón y echar el bofe en cada partido. Tiene menos calidad y menos físico que el galés, pero muchos redaños. Compensa. En esa línea, Casemiro, en el origen del 1-0, añeja sensación desde que disfrutó de continuidad; ha desplazado a Kovacic, avatar que rozaba la reencarnación y perdió el sitio por imperativo técnico.
Otro nombre, Aubameyang, madridista confeso que hizo el 2-1 y dio el empate para remarcar su valor, indiscutible, como la «resurrección» de Benzema, la desesperación de Cristiano –tiro al palo–, el triunfo que no pudo ser y el empate que, sin trucos y sin estar escrito, fue.
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