Cástor Díaz Barrado
Sin Turquía
Hace un año que se produjo el fallido golpe de estado en Turquía. La situación política no mejora en el país otomano y menos aún su posición en la escena internacional. Turquía se encuentra en una encrucijada política. Es hora de que Turquía inicie con decisión el camino que le lleve y le acerque a Europa. Las posiciones intransigentes y radicales no conducen a buen puerto. Pero la sociedad turca está muy dividida y resulta bastante difícil encontrar una solución para todos y por todos. Tampoco parece fácil señalar el rumbo que seguirá Turquía en los próximos años. Demasiada complejidad para que se puedan simplificar las opciones políticas. No sabemos con certeza ni siquiera hacia donde apunta el futuro de este país. Pero Turquía debe estar en Europa, no sólo geográficamente, sino también en términos políticos. La realidad, sin embargo, parece que conduce a otro destino. El ingreso de Turquía en la Unión Europea no se va a producir en poco tiempo y, además, se debilita, cada vez más, su posición como candidato. El Gobierno turco debe hacer esfuerzos que conduzcan al fortalecimiento de la democracia y que aseguren el pleno respeto de los derechos humanos. Son valores esenciales e intangibles de la integración europea. Pero, también, se deben llevar a cabo comportamientos por parte de los Estados miembros de la Unión que aproximen a Turquía. La sociedad turca no ha dicho todavía la última palabra respecto al país que quiere construir y hay muchas opciones en juego, y no sólo existe la del Presiente Erdogan. Únicamente a través de medios democráticos los turcos deben decidir su futuro. Lo mejor sería que acordasen formar parte de la familia europea. La evolución de los acontecimientos nos dirá cuál es la decisión de una sociedad en la que habitan muchas sensibilidades y que es portadora de muchas opciones políticas. Turquía es rica en diversidad. Europa es el mejor espacio para acoger la diversidad.
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