Manuel Coma
Siria: entra Obama
Si algo le gusta a Obama es declarar la clausura de guerras, caiga quien caiga, aunque no sea más que porque todo en este mundo tiene que terminar. Recientemente eso dijo de la guerra contra el terrorismo, aunque nunca la llamó así. Si algo aborrece es meterse en un conflicto bélico. La deslegitimación de Irak le valió a su partido la posición que hasta ahora ha gozado y a él la presidencia. Se dejó arastrar en Libia por presiones de las damas de hierro de su entorno, halcones de la intervención humanitaria y el derecho a proteger. Se ha deshecho de una, Clinton, pero le ha dado puestos relevantes a otras dos, Susan Rice y Samantha Powers. ¿Será por ellas por lo que ahora se decide a meter un pie en Siria? Lo cierto es que sus dos acólitas han mantenido en todo momento la boca muy disciplinadamente cerrada al respecto. Más probable es que las cosas han llegado a un punto en que seguir de brazos cruzados le va a perjudicar más que hacer algún gesto.
El tema es más peligroso que nunca. El tiempo no he hecho más que envenenarlo, aunque era cáustico desde el principio. El comentario universal ha sido "demasiado poco, demasiado tarde". La cantidad se puede incrementar pero el tiempo no es recuperable. Ahora todo es más difícil, aunque siempre lo haya sido, y la opinión americana, que Obama contribuyó activamente a crear pero no ha pretendido dirigir, sigue siendo, a derecha e izquierda, renuente en grado sumo a una nueva implicación militar. El problema insoslayable es que más de un año después de que declarara la defunción política de Bashir el Ássad, contra todo pronóstico, hay que decirlo, está ganando y con él los amigos que hacen posible su victoria: Irán, la libanesa y chií organización terrorista, y también otras cosas, pero terrorista, Hézbola, y Rusia. Un golpe geoestratégico de primera magnitud, contra Estados Unidos, occidente, los árabes suníes, y el inestable equilibrio de poder en todo el Oriente Medio. Con una victoria así ¿quién para la nuclearización de los ayatolas?
El pasito de Obama se atribuye, sobre todo, a la presión de los medioorientales aterrorizados por lo que se les viene encima, pero el vuelco de la situación sería un sunami político que daría varias vueltas al mundo. Obama también tiene motivos para estremecerse. Aquí y ahora las armas químicas son más pretexto que motivo. Están más seguras en manos de Damasco que de los rebeldes. Obama dijo que su uso representaba una línea roja que...¿qué? El Ássad quiso apagar el farol del presidente americano y durante semanas lo consiguió, pero ahora la infracción le sirve a Washington para, al menos, hacer un gesto, de momento sumamente indeterminado pero claramente insuficiente para dar una respuesta a todo lo que se juega en Siria. Su importancia no puede ser más que como un primer paso, pero recordémoslo, cargado de peligros. Lo que significa es que la inacción no es menos amenazadora.
✕
Accede a tu cuenta para comentar