Francisco Marhuenda
Susana y el sentido común
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, debería hacer caso a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y plantear los pactos de forma que sean entendidos por la sociedad. Es algo de sentido común y honra la sagacidad de Díaz, porque no vale todo con tal de conseguir el poder. Es lógico que Sánchez quiera consolidarse en la Secretaría General y ser el candidato a la presidencia del Gobierno, pero no puede ser a cambio de la rendición incondicional del PSOE ante Podemos. No es fácil resistirse a la tentación de recuperar el poder en varias comunidades, pero debería hacer una lectura profunda y sosegada del resultado que ha obtenido en las trece comunidades que celebraron elecciones autonómicas. En todas ellas, salvo en Madrid, donde sube unos 18.000 votos, tiene un claro retroceso y en el cómputo global pierde más de medio millón de votos. En Baleares, Canarias y Cantabria está por debajo del 20% de los votos y en la Comunidad Valenciana lo rebasa sin llegar al 21. Es un panorama muy malo, que se ve agudizado por dos datos objetivos. El primero es que las elecciones de 2011 ya fueron muy malas. El otro es que no ha sido capaz de atraer el voto descontento de la izquierda contra un PP que ha tenido, también, un importante retroceso.
Podemos ha conseguido casi 1,8 millones de votos y su distancia con el PSOE es de 1,3 millones. Es evidente que el voto descontento de la izquierda ha optado por la formación que lidera Pablo Iglesias. En este escenario tan complejo y con una debilidad socialista tan grande, Pedro Sánchez debería meditar su política de pactos, porque no es lo mismo conseguir los gobiernos de Extremadura y Castilla-La Mancha que pretender Madrid, Valencia o Baleares. En estos dos últimos casos, además, tendría que unir a su frente anti-PP a formaciones catalanistas y radicales. Estos pactos son difíciles de entender por la sociedad y le pueden pasar una factura muy cara en las generales. En este sentido debería tener muy en cuenta la situación de marginalidad en que se encuentra el socialismo catalán tras los pactos que hizo con ERC e ICV para formar los gobiernos tripartitos presididos por Pasqual Maragall y José Montilla. Desde entonces no ha levantado cabeza.
El objetivo de Pablo Iglesias es acabar con el PSOE para luego conseguir la presidencia del Gobierno. No es una cuestión de reparto de carteras o ámbitos de poder, porque los dirigentes de Podemos tienen un proyecto que busca la hegemonía de la izquierda. Susana Díaz tiene muy claro que en algunos sitios se tendrá que dialogar, pero en otros sería necesario que el PSOE estuviera en la oposición. En los países de nuestro entorno no se producen frentes en contra de otras formaciones salvo en aquellos casos que defienden posiciones extremistas. No es el caso de España, y lo normal sería que PP y PSOE dialogaran para garantizar la estabilidad de las instituciones y, sobre todo, que las fuerzas antisistema no tomaran el poder. Los gobiernos que forme el PSOE bajo el control de Podemos serán muy débiles y frágiles. Es un grave riesgo para el crecimiento económico y la creación de empleo.
Sánchez debería abandonar los planteamientos tácticos y tener una estrategia con altura de miras. El PSOE no se puede convertir en una marioneta en manos de Podemos. Estamos ante una formación con unos planteamientos antisistema que concitan el rechazo de la gran mayoría de la sociedad. La política de pactos condicionará el futuro del socialismo y puede debilitarle o fortalecerle. Cabe esperar que el secretario general del PSOE siga los acertados consejos de la líder del socialismo andaluz y no cometa un error irreparable.
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