Cataluña
Tensión en el PDeCAT por la corrupción
El «caso Palau», el «caso 3%» y el «caso Pujol» quitan el sueño a los dirigentes del PDeCAT, la nueva marca de Convergència, que con el cambio de nombre quería poner tierra de por medio con la corrupción. El lastimoso papel de Puigdemont sin pedir dinero a Convergència del desfalco del Palau de la Música le ha abierto una brecha con ERC que se reflejó en una votación en el Parlament. La CUP y los republicanos le dieron la espalda y la Fiscalía ha aumentado la petición de pena al tesorero de CDC, Daniel Osácar, que fue durante años el secretario de Mas.
Además de la corrupción, la situación de bloqueo del anunciado referéndum, las diferencias aireadas en el seno del mundo independentista, cuando no las insidias poco disimuladas, la posibilidad de un adelanto electoral para que el PDeCAT no tiene candidato, y las encuestas electorales que diagnostican una caída libre son los ingredientes de un cóctel que tiene ocupados, y preocupados a los dirigentes nacionalistas. Puigdemont, ante este laberinto, ha lanzado su órdago en forma de conferencia en Madrid como «la última oportunidad de negociar con el Estado», aunque nada se sabe de esta supuesta negociación.
Por si esto fuera poco, la Fiscalía de la Audiencia Nacional empezó hace un año a investigar las estructuras de Estado que el Gobierno de Puigdemont consideró básicas para una desconexión de España. Sin embargo, ahora la investigación se dirige una vez más hacia la corrupción. Según una información de «El Confidencial», la Fiscalía y la Guardia Civil están acumulando indicios sobre el presunto desvío de fondos públicos en los contratos para estas estructuras de Estado, con un montante estimado de 900 millones, que podría ser superior. El centro del huracán es el Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CTTI). La base de la investigación, según esta información, concursos en los que sólo participa una empresa, licitaciones con periodos superiores al límite legal de 20 años, requisitos no cumplidos por los candidatos, y objetivos de valoración genéricos.
Estas informaciones han desatado el pánico en el PDeCAT porque arrecia el temor de que en el avance de la investigación resulten implicados miembros del actual Govern en una presunta trama corrupta de adjudicaciones vinculadas al CTTI durante los gobiernos de Artur Mas. O sea, el muro de contención del PDeCAT frente a Convergència se disolvería como un azucarillo y podría agravar la situación, ya delicada, del partido nacionalista. El relato de la formación de Puigdemont, de la que Mas todavía es presidente, se quedaría sin argumentos porque la corrupción volvería a aparecer en el nuevo partido. Un muro que se ha revelado como una entelequia en el intento de Puigdemont de no reclamar el dinero robado. Para no perjudicar el proceso independentista, dirigentes del PDeCAT se esfuerzan en lanzar un mensaje de «fortalecer el partido en el territorio» para «conservar nuestro poder territorial», en paralelo a otro: «La campaña por el referéndum la delegaremos en Òmnium Cultural y en la Asamblea Nacional Catalana», dicen dirigentes convergentes. Estas entidades son objeto de críticas por parte de sectores soberanistas que las consideran organizaciones «satélites» del PDeCAT, acusando directamente a David Madí del control del PDeCAT sobre las entidades soberanistas. Madí es presidente del Consejo Asesor de Endesa en Cataluña, fue mano derecha de Mas durante años y para muchos es «la mano que mece la cuna» para favorecer la vuelta de Mas a la primera línea de la política. Las consecuencias que surjan de las investigaciones de la Fiscalía están cercenando el «ardor guerrero» del mundo municipal de la antigua Convergència. El conseller de Territori, Josep Rull, lo comprobó a fines de mes pasado en una visita a la comarca del Empordà. Allí, el dirigente nacionalista comprobó, apuntan fuentes conocedoras del encuentro, que los alcaldes se quejaban de la falta de instrucciones claras ante una posible convocatoria de referéndum y exigían «seguridad» ante posibles inhabilitaciones, ya que les podría perjudicar ante las municipales de 2019, además de criticarle la «la poca presencia de los líderes del partido en el territorio». Rull volvió preocupado a Barcelona tras escuchar «sólo venís a hablar del partido y para que hagamos candidaturas, pero si no explicáis que pasará con el referéndum será imposible hacer candidaturas de nada». El CIS de esta semana, que deja en unas elecciones generales una distancia de casi un punto con ERC, no mejorará la percepción de las bases nacionalistas. Si las investigaciones de la Fiscalía abren otro frente de corrupción, el PDeCAT afrontará un camino que le puede llevar a una implosión interna y, quizás, externa.
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