Terapia de rebajas

No todo en la vida se pone de rebajas, por eso (*) "cuando las cosas van mal, la vida se va de compras". ¿Comprar o no comprar? A la sociedad consumista le encanta comprar pues supone una pseudoterapia para el alma, aunque su 'efecto placebo' dure lo que un caramelo a la puerta de un colegio, o sea, nada. Ir de compras puede proporcionar socializar, ser importantes para alguien aunque sea a costa del sueldo o del crédito (la atención del dependiente es proporcional al humo que se le saca a la tarjeta de crédito). O quizá nos guste tanto porque nos recuerde las sensaciones que la magia creaba en nosotros cuando éramos niños: la ilusión convertía 'trozos de papel' en cosas. No todas las personas van de compras cuando se sienten mal, o para compensar sentimientos de inferioridad o de soledad. También los hay que disfrutan comprando para regalar y regalarse, celebrar las pequeñas cosas de la vida -estar vivo, aprobar un examen-, como auto homenaje porque hemos tenido un buen día de trabajo, o por el buen resultado de un análisis. ¿Cómo no nos iba a gustar entrar en sitios donde la misma tienda, a veces, compite en diseño con la mercancía que vende? Probarnos trajes o vestidos de diseños originales (como los de Pilar Vidal) que nos embellecen, rejuvenecen o nos hacer lucir maravillosos, es una invitación a disfrutar difícil de rechazar. La ropa -en lo que más dinero suele gastarse la gente-, es como una segunda piel, y dado que la original es tan difícil de cambiar (todo se andará...), mejor comprarnos ropa que resalte nuestra belleza innata o modifique estado de ánimo. En España, donde la vida se nos ha puesto tan cara, las rebajas son una suerte de oasis donde aplacamos la sed, esa que se nos produce cuando vemos cómo nos ha menguado el poder adquisitivo merced a las tijeras de 'podar sueldos' del señor Montoro. Porque al paso que vamos, si sigue sacando así la tijera, pronto no nos quedará ni para rebajas. Recuerde (*) 'When things go tough, the tough go shoping".