Martín Prieto
TetrapartidIsmo imperfecto
En su lecho de muerte Alfonso XII requirió a la reina Cristina: «Tú de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas. Y cuida el coño». El bipartidismo siempre fue balsámico para las tensiones de nuestra sociedad, desde la pérdida de rango colonial a la construcción de una democracia sobre los escombros de una dictadura de cuarenta años. Pero quienes auscultan a la opinión pública denuncian la fatiga del metal, el cansancio de la alternancia. En realidad nuestro bipartidismo no fue imperioso ni sectario, y tanto el PSOE como el PP tuvieron etapas de gobierno sin mayoría absoluta en las que hubieron de pactar con otros partidos, entonces regionalistas, haciendo concesiones importantes. Si no fallan los demoscópicos podemos abocar a un tripartito PP-PSOE-Ciudadanos que sería tetrapartido si contamos con un declinante Podemos pero con más peso del que tuvo Izquierda Unida, sin mayoría absoluta y no a la italiana sino cada uno en sus trece. Eso se traduciría en una legislatura nada aburrida pero peligrosa para la salida ordenada de los restos de la crisis.
Dice Albert Rivera que debe gobernar la lista más votada, pero eso es nada entre dos platos y a poco compromete. La realidad es que el Rey, que debutará en estas lides, llamará a consulta a los líderes con representación parlamentaria y encargará formar Gobierno a la mayoría absoluta o mayoría minoritaria. La investidura es otra cosa y, previsiblemente, el PP y Ciudadanos tendrán que negociar. El centro-derecha puede aceptar principios liberales de Ciudadanos, pero es difícil que Rajoy modifique una política económica que está dando resultados pese a los altavoces populistas. Desde la burbuja de los tulipanes de los Países Bajos en el siglo XVIII hasta hoy las crisis financieras duran una media de diez años, y la de 1929 fue dada oficialmente por cerrada en 1948 con guerra en Europa y el Pacífico de por medio. Aquí se hacen propuestas como si la crisis hubiera acabado y no quedaran por delante más sacrificios y recortes. Podemos ha admitido que no está en situación de gobernar y hasta Pablo Iglesias se muestra cansado o fatigado de su monotema. Pedro Sánchez es una secuela de Zapatero y tras el mantra del federalismo (nunca explica cómo se come eso) aboga por el gran problema de los españoles que es sacar la religión de las escuelas. Es inevitable que las izquierdas tironeen las costuras del tejido social y territorial español. Lo que menos dolerá es otro mandato de Rajoy.
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