Ángela Vallvey
Tocar suelo
Los españoles tendemos a comprar una casa en cuanto podemos permitírnoslo. E incluso cuando no podemos, por eso hemos llegado a donde estamos, por contraer deudas –que superaban con creces nuestros más hermosos sueños con la lotería– aprovechando que nos prestaban el dinero casi regalado... El españolito prefiere comprar antes que alquilar, pero ello no es debido a que, como dicen algunos, carezcamos de una «cultura del alquiler». Eso de la «cultura del alquiler» es una pavada. Ocurre que llevamos décadas picando el anzuelo de las «ventajas fiscales» por la compra de vivienda, a eso se reduce nuestra falta de «cultura del alquiler»: nos salía más a cuenta comprar que alquilar. Aunque a los mandamases se lo parezca, la gente no es tonta, intenta ahorrar siempre que puede.
La brutal devaluación a la que se ha sometido a España ha supuesto que perdamos casi un 50% de todo lo que teníamos hasta hace unos años (servicios públicos, sueldos, ahorros, riqueza, posibilidades de encontrar trabajo, patrimonio...). La vivienda ha experimentado una devaluación pareja con todo lo demás y, por tanto, ha visto rebajado su valor hasta casi la mitad de lo que costaba hace poco (sin embargo, el IBI se ha multiplicado de forma aterradora). Por eso me parece que se equivocan seriamente quienes piensan que el precio de los inmuebles va a seguir cayendo. Sería ilógico que la vivienda experimentase una bajada mayor que la aplicada al resto de actividades, bienes y valores económicos. Si somos un 45% más pobres en todo no podemos tener inmuebles que lleguen a depreciarse mucho más allá de ese porcentaje. Existe una demanda acumulada de vivienda; durante los años duros de la devaluación, los posibles compradores se han contenido, aguardando a que los precios caigan todavía más. Algunos siguen esperando. (Deberían sentarse, sospecho yo...).
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