Jesús Fonseca
Todo, menos sacar pecho
Los españoles merecemos el derecho a la esperanza de que, de verdad, las cosas están mejorando. De que han desaparecido ya algunos de los enormes riesgos que nos amenazaban hace tan sólo un año. Hay que hablar de recuperación y crecimiento, claro que sí. Pero no sólo. Éste no es, desde luego, un tiempo para la queja estéril. Pero tampoco lo es para falsos optimismos ni euforias. Este es un tiempo «de coraje y de responsabilidad. De trabajo serio. Un tiempo para la esperanza. Y, también, para el realismo». Todo muy necesario, ciertamente. Lo ha dicho alto y claro, en Valladolid, el presidente de Castilla y León, que era el anfitrión y, a quien Rajoy ha agradecido su sinceridad. El presidente del Gobierno aprecia -y mucho- la cordura y capacidad de este mandamás de la tierra adentro. Le divierte, también, la ironía y solfa de su barón. Como cuando advirtió , al inicio del vallisoletano encuentro, que «los castellanos y leoneses nunca nos han votado para que nos limitemos a poner la alfombra roja al Gobierno de la Nación». Juan Vicente Herrera acostumbra a decir lo que es como es y no como interesa que sea, cuando se trata de dar la cara por su tierra y por sus paisanos. De todas esas cosas que no son lo que deberían ser. La verdad, siempre por delante. Nada extraño, por otra parte, para tierras del señor don Miguel de Cervantes, como estas nuestras. Pues sí, no todo ha sido autocomplacencia en Valladolid. También ha habido exigencia . Y se ha hablado seriamente de evitar convertir la política en «una profesión o medio de vida. Y, menos aún, en una forma de enriquecerse». En puro negocio, vamos. Lo ha defendido, también, el presidente de Castilla y León. La primera autonomía que se planteó cosas que nunca antes se habían planteado y tomó las decisiones más complejas en materia de ingresos, gastos y gestión, para remediar y corregir todo lo que el buen sentido decía que había que corregir. Pero esto es ya otro asunto.
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