Iñaki Zaragüeta
Todo por el líder
Muy pocas, o ninguna, posibilidades tienen quienes pretendan plantarle cara al todopoderoso jefe de Podemos. A Pablo Iglesias no le tiembla la mano para someter a quienes osen dinamitar su proyecto, el control absoluto del partido y, en el momento que se diera la oportunidad, del Estado, tal como sucede en todos los regímenes marxistas y comunistas, a los que quiere llevarnos.
Así lo ha trabajado desde hace tiempo con vistas al «Vistalegre II», esa especie de Congreso a celebrar en febrero. Dejó caer a Juan Carlos Monedero, relevó a Sergio Pascual por su homónimo Echenique. Miró hacia otro lado por las anomalías del especulador Ramón Espinar para eliminar de Madrid a las errejonistas Rita Maestre y su ex compañera Tania Sánchez. Íñigo Errejón será el siguiente a no ser que abdique de sus diferencias con las formas del «sheriff». Será barrido él y quienes le acompañen en tan disparatada aventura en un sistema de mando «manu militari» y obediencia ciega.
Mucho deberán cambiar las cosas para que no haya solo una votación, en la que se incluya todo el futuro de Podemos con él al frente. Errejón, el valenciano Antonio Montiel y los 600 discrepantes del modelo poco van a conseguir. Y si, por aquello de la imagen, algo cambiara, sus tesis serán papel mojado. Ya se ha encargado de ello.
Lo he afirmado en alguna otra ocasión. En los partidos de corte marxista, la «nomenklatura» consigue sus propósitos por lo civil o lo militar en cuanto tiene ocasión. Lo demuestra la Historia desde que apareció esta ideología. Y así lo ha dejado patente Iglesias siempre. El poder del líder no se cuestiona. Se acepta y se acata.
En ese sentido, reconozco que no ha engañado: ha mostrado su admiración por el régimen implantado por Hugo Chávez en Venezuela y su envidia porque no se aplique en España, no duda en afirmar que lo que ataca a la libertad son los medios de información privados, lo que implica, por consiguiente, el cierre de los que molesten. Como en Venezuela, Cuba, Corea del Norte y demás sistemas comunistas. Así es la vida.
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