Cástor Díaz Barrado

Todos contra Alepo

La Razón
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Sólo hay dolor y sufrimiento en Alepo. La ciudad siria recibe, de manera constante, los bombardeos y los ataques de todas las partes en el conflicto. Parece que la comunidad internacional haya decidido destruir Alepo y causar a su población daños indecibles. La destrucción es el lema que se ha implantando entre los rebeldes y en el ejército sirio y se ha extendido, además, entre los miembros de las múltiples coaliciones internacionales y estados que han decidido intervenir en el conflicto en Siria.

Alepo es una ciudad más en la que se debate el futuro de Siria pero, al mismo tiempo, es el reflejo fidedigno de lo que está pasando en ese país. Es más que una ciudad en guerra. Todo se resume en esta ciudad y todo lo expresa. La falta de voluntad para llegar a acuerdos y poner fin a tanto dolor se siente con fuerza en Alepo. No hay límites. Nadie respeta ni las treguas, ni el alto el fuego, ni los hospitales, ni los refugios de la población civil. Se han empeñado en destruir Alepo, y nos lanzan el mensaje de que quieren destruir Siria para que estalle el Próximo Oriente y, si pueden, destruir también la humanidad. La desolación es lo único que se observa en las derruidas calles de Alepo. La antigua e histórica Alepo es un símbolo de lo que no debe ocurrir.

Todos intervienen militarmente y se niegan a ponerse de acuerdo en el seno del Consejo de Seguridad. Los europeos permanecen impasibles. El drama de los refugiados se acrecienta y, sobre todo, el sufrimiento. Apenas quedarán niños en Alepo. Todos han dado las órdenes al mismo tiempo. Es una guerra total y es un conflicto interminable. Todos quieren destruir Alepo. Mientras tanto, Europa mira, Occidente y Rusia bombardean, el Estado Islámico asola y destruye, y los sirios luchan encarnizadamente entre sí. Se aproxima el fin. Nadie ha querido ponerse a favor de Alepo.