Atlético de Madrid
Tormento y éxtasis
Perder dos finales de Champions en tres años con el Madrid, en Lisboa y en Milán, una en la prórroga y otra en la tanda de penaltis, es como para comer cerillas, que diría un castizo. Le ha ocurrido al Atlético, que hace más de cuarenta años se le rompió el amor con la Copa de Europa en el último minuto frente al Bayern, de quien ya ha dado cumplida cuenta en estos tiempos de esplendor cholista que sólo necesitan la guinda del máximo título continental para experimentar lo que realmente es alcanzar el éxtasis, que las etapas del tormento las ha cubierto todas, a cual más crueles.
El tercer y casi inmediato gran duelo de los eternos rivales de la capital ha querido un sorteo que fuera en semifinales. Caprichos del destino. A dos partidos piensan los atléticos que aumentan sus posibilidades. No hay una sola razón que lo corrobore, salvo las aciagas derrotas en sendas finales.
A dos encuentros el Madrid salió airoso hace dos temporadas, en cuartos de final. Piensan los seguidores rojiblancos que la ausencia de Bale también les favorece... Hay un porcentaje altísimo de madridistas que sin llegar a celebrar la enésima lesión del galés, respiraron satisfechos porque entienden que los reveses de Gareth son oportunidades de mejorar de su equipo. Sin la BBC es más sólido, más solidario, más combinativo, y no pierde verticalidad ni capacidad realizadora.
Lo que para el Real Madrid esta ausencia no es un problema, según han demostrado diversos suplentes en las últimas confrontaciones, para el Atlético la cadena de lesiones en el lateral derecho, del titular (Vrsaljko), del reserva (Juanfran) y del ejército de salvación (Giménez), es un serio contratiempo. Simeone tiene que improvisar, seguramente con Savic, en esa banda, y no es una semifinal de Champions, ni el vecino, el laboratorio ideal para hacerlo.
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