Partidos Políticos
Un año más tranquilo
Comienza el nuevo año político con más sosiego y menos incertidumbre que el anterior. Las constantes refriegas y los desencuentros dan paso al diálogo y al entendimiento. Se observa un cierto descanso del pensamiento dialéctico, una vez levantados los vetos y las líneas rojas de la convulsa etapa pasada. Todos los partidos, los nuevos y los viejos, se lamen las heridas a estas horas y reflexionan. Los cuatro principales preparan sus congresos, en los que afianzarán sus respectivos liderazgos, salvo en el caso del PSOE donde andan buscando un nuevo líder. Los socialistas tendrán que reconsiderar sus estrategias de futuro si quieren recuperar posiciones y afianzarse como fuerza hegemónica de la izquierda con aspiraciones a volver a gobernar. Los que parecen más perdidos o más aturdidos en su primera experiencia política de alcance nacional son C’s y, sobre todo, Podemos, que tendrán que definir su lugar en el mapa. El más tranquilo y con la ruta más clara es el PP, que sigue en el poder, con Mariano Rajoy reconocido como «político del año» por sus más acerados críticos y ampliando su ventaja en las encuestas. Ahora mismo el PP aparece afianzado como partido dominante. Este año tendrá que medir bien qué concesiones hace a los partidos de la oposición sin decepcionar a sus votantes con entregas inasumibles que contradigan su trayectoria.
Las dos principales incertidumbres con que arranca el nuevo año son la duración de la legislatura y la cuestión catalana. Parece que Rajoy es sincero cuando asegura que no tiene intención de adelantar las elecciones; pero existen pocas dudas de que no renuncia a esa baza si en las Cortes bloquean sistemáticamente sus reformas pasadas –sobre todo, la reforma laboral– y no consigue aprobar los presupuestos. Esto va a depender sobre todo de la actitud del PSOE tras su próximo congreso. En cuanto al problema de Cataluña, aumenta el convencimiento de que será preciso conllevarlo durante mucho tiempo. Las sonrisas, el falso diálogo y las pretendidas reformas constitucionales para que los separatistas encuentren mejor acomodo en la casa común,no ofrecen garantías de que estos vayan a ceder en su empeño secesionista. Al contrario. Los cabecillas de la revuelta cada vez aparecen más envalentonados, aunque pierdan apoyo en la calle. Frente a la actitudcomplaciente, hay una fuerte corriente de opinión, y no sólo en los ámbitos de la derecha, que exige cortar de una vez la peligrosa deriva aplicando las medidas que la Constitución establece para estos casos. Y también esta decisión debería ser consensuada, lo que no resultará fácil.
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