Alfonso Ussía
Un «messi»
Uno de los episodios más sonados, y que ha pasado a formar parte de la Historia de España, acaecido en la boda de los Príncipes de Asturias, fue la borrachera que se agarró el entonces marido de Carolina de Mónaco, Ernesto de Hannover, durante la noche previa a lo que Julián Cortés- Cavanillas habría calificado de «Regio Enlace». Se dice que intentó aminorar los efectos del alcohol en la churrería y chocolatería de San Ginés, intento que fracasó con toda rotundidad. Su incomparecencia en la Catedral de la Almudena y su llegada tardía al posterior almuerzo en el Palacio Real establecieron un nuevo tipo de comportamiento social que en Madrid se conoce como «hacer un Hannover». Por ejemplo, acudir a un funeral, saludar a los deudos antes del inicio del oficio religioso y no permanecer en la iglesia durante la ceremonia fúnebre, es «hacer un Hannover». Saludar en la presentación de un libro al autor, abrazarlo, adquirir un ejemplar y darse el piro, es «hacer un Hannover». Llegar con expresión de profundo interés a una conferencia en el Club Siglo XXI, quedarse en el bar y en el momento en que principia la intervención del coñazo de turno, escapar del Eurobuilding vía calle Padre Damián, vía calle Juan Ramón Jiménez, vía avenida de Alberto Alcocer, es «hacer un Hannover conferencial». En Madrid hay expertos en asistir a diez actos en una misma tarde-noche y proceder a protagonizar sendos modelos de «Hannover», y encima, salir en las fotos que se publican en los periódicos el día después.
En el fútbol, la máxima pena es el penalti. Originariamente se escribía con respeto al idioma inglés, «penalty», pero se españolizó con la «i» latina. En Cataluña le dicen «penal», y en algunas zonas de Andalucía «penarti». El penalti consiste, como conocen todos los aficionados al fútbol del mundo, en una gran cabronada, que adquiere la calificación de inmensa cabronada cuando los árbitros no lo señalan a sabiendas o los pitan para que Messi y el «Barça» puedan disputar el encuentro con más tranquilidad. En la presente temporada, la relación de penaltis a favor y en contra del «Barça» es tan concluyente, que los aficionados han pasado a denominarlos «messis». «El árbitro iba contra nosotros. De no habernos castigado con el "messi"a falta de un minuto, estaríamos hablando de otro resultado», dicen los consternados entrenadores de los equipos castigados con «messis» injustos.
El problema, en mi opinión, es político. Al Gobierno le interesa que se piten muchos «messis» a favor del «Barça» para mitigar el desencanto de la independencia imposible. Lo malo es que se están pasando los árbitros, y los aficionados al fútbol empiezan a sospecharlo. Demasiados «messis» siempre a favor del mismo equipo, y muy poquitos «messis» en contra. Como medida política se me antoja acertada y novedosa, pero aún queda en el fondo de mi ser el áspero ánimo del aficionado al fútbol, y no formulo denuncia alguna en nombre de mis colores favoritos, sino también representando a mis vecinos del Manzanares y a mis queridos y casi descendidos béticos, a los que el sábado por la tarde les señalaron dos «messis» para que el «Barça» pudiera mantenerse en el segundo puesto de la clasificación. El tercer gol de los barceloneses se lo metieron los del Betis en propia puerta, porque en Sevilla, ya de perdidos, al río, que es decisión heroica.
¿Cuántos «messis» a favor le han pitado al «Barça» este año? ¿Cuántos le han sido perdonados por los siempre malhumorados árbitros españoles? Los datos están ahí. A este paso, van a señalarles «messis» a favor antes de bajar del autobús.
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