Fernando Rayón
¿Un pacto PP-PSOE?
Si en algo coinciden todas las encuestas, es en que va a ser necesario pactar para conseguir gobernar en la próxima legislatura. Ninguna novedad: así ha ocurrido en la mayoría de las elecciones que hemos vivido, aunque casi siempre con un beneficiario claro: el nacionalismo catalán. Así nos ha ido, y así les ha ido a los catalanes. Echando la vista atrás, nos damos cuenta de hasta dónde se equivocaron los partidos ganadores y cuánto mejor le hubiera ido a España si ese pacto que nunca se produjo –el de PP y PSOE– hubiera tenido lugar. Pero nunca es tarde. O eso creo.
El caso es que ahora nos encontramos con un escenario distinto: cuatro partidos con representación importante y, como es lógico, todos hablan ya de pactos. Pedro Sánchez ofrece una mayoría con cualquiera si consigue un escaño más que el PP. Rajoy advierte de que si Rivera gana a PSOE es muy posible que quiera gobernar él con el apoyo de PSOE y Podemos. Ciudadanos dice que no va a pactar con nadie –es cuestión de estrategia electoral– y Podemos pactaría con el mismo diablo –ya lo está haciendo– con tal de «pillar cacho», como ahora se dice.
Pero las matemáticas son obstinadas y, salvo sorpresa mayúscula, Sánchez no conseguirá más votos que Rajoy. ¿Entonces? Pues por primera vez en nuestra democracia asistiremos a la posibilidad de un pacto PP-PSOE y no tanto porque la coyuntura –crisis económica, reforma constitucional, desafío independencia, etc.– así lo requiera, sino porque ese pacto, que interesa a España, conviene sobre todo a los dos partidos. Me explico. Es verdad que los tripartitos o pentapartitos contra natura han sido un desastre, pero no lo han sido tanto por las diferencias de sus programas, como por una idea diferente de España y de las necesidades de los españoles. Y es que se puede pactar con cualquiera, incluso lo podría hacer el PP con Podemos –siempre habrá coincidencias puntuales– pero hay cuestiones de fondo a las que no se puede renunciar. No voy por ahí.
Veo este pacto sobre todo porque tanto el PP como el PSOE saben que, por primera vez, corren peligro de ser sustituidos por otro partido. De que el mordisco de Ciudadanos a sus electores sea definitivo. Mucho mayor que en las municipales y autonómicas. Y, claro, no hay nada que una más que la propia necesidad.
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