Michael Rubin
Un punto de inflexión por Michael Rubin
Los atentados contra la embajada estadounidense de El Cairo y el consulado norteamericano de Bengasi marcan un punto de inflexión en la Primavera Árabe y probablemente marcarán un cambio en la política estadounidense hacia la región con independencia de los deseos del presidente Obama. En la consciencia estadounidense, los atentados despiertan los recuerdos de 1979, cuando el embajador estadounidense en Pakistán perdió la vida y la embajada norteamericana de Teherán fue secuestrada por estudiantes fundamentalistas. Aunque Obama puede disculpar la provocación y reafirmar que los estadounidenses no albergan ninguna animadversión hacia el islam, los ánimos del Congreso pedirán autores materiales. En ocasiones la libertad de expresión insulta, pero eso nunca justifica la violencia contra diplomáticos. La Primavera Árabe deja a Egipto muy endeudado; desde la caída de Mubarak, ha perdido casi los dos tercios de sus reservas de divisas. No se puede permitir seguir subvencionando el pan y los salarios de un sector público desproporcionado sin la ayuda internacional. Incluso si Obama desea brindar ayuda a Mursi, la Cámara Baja no tendrá muchas ganas de subvencionar a un gobierno culpable de un latrocinio contra una embajada norteamericana. El Gobierno libio se ha disculpado por los acontecimientos de Bengasi; el egipcio no se ha disculpado de forma inequívoca. Nadie debería considerar que Egipto es demasiado relevante para impedir su caída. Subvencionar a un Gobierno de la Hermandad Musulmana hace que la cúpula egipcia acarree parte de la responsabilidad de su incitación. La Casa Blanca y el Departamento de Estado también deben pensar su postura hacia el pequeño emirato de Qatar. Durante el levantamiento de la Primavera Árabe egipcia y la campaña militar de Libia, Estados Unidos prefirió trabajar a través de Qatar, un estado rico en crudo y sede del Mando Central del Pentágono en Oriente Próximo. El problema de Qatar, sin embargo, es que tiene su propia agenda. Tanto en Egipto como en Libia, el dinero qatarí financió a las formaciones más fundamentalistas. En este momento, es esencial demostrar fuerza. Estados Unidos debe tomar represalias contra quienes atacaron sus embajadas. Si Obama adopta un enfoque conciliador, ello podría indicar que se levanta la veda de las sedes diplomáticas estadounidenses en el mundo.
*Investigador senior del American Enterprise Institute
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