Francisco Marhuenda

Una buena base para ganar

La Razón
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Rajoy se ha vuelto a nombrar presidente del partido tras casi cuatro años de intensa y acertada, aunque desastrosamente comunicada, presidencia del Gobierno. En este tiempo lo ha hecho muy bien, aunque tiene cabreado a un sector de sus votantes y una parte importante de la sociedad española que considera que ha sido un Gobierno muy tecnocrático y frío. Lo ha hecho bien porque ha emprendido una serie de reformas estructurales profundas, aunque espero que sea más ambicioso en la próxima legislatura y pueda darme el gusto de incluirlo entre los grandes presidentes o ministros reformistas de nuestra historia. No es una cuestión baladí, porque los gobernantes reformistas han sido decisivos desde finales del periodo de los Austrias hasta nuestros días. Es cierto que por lo general no ha existido continuidad, porque llegaban otros dirigentes que no tenían altura de miras o eran mediocres.

Rajoy ha dado un vuelco en el partido y ahora será necesario ver si sólo ha sido cambiar las corbatas por las camisas blancas e interpretar que juventud es reformismo. Estoy convencido de que no será así, porque en caso contrario sería un desastre. Espero que el cambio no sea solo para ser «guays» en las formas y «progres» en el fondo, porque comportaría un divorcio con la inmensa mayoría de sus votantes que no son, precisamente, guays, treintañeros, pijos o progres. Una cosa es la ruptura y otra la reforma. Las ideologías evolucionan porque la sociedad no permanece petrificada y surgen nuevos retos, pero el círculo del renovado logo espero que no sea una pirueta que se reduzca a la famosa frase de Groucho Marx: «éstos son mis principios. Si no le gustan tengo otros».

El PP nunca ha sido el partido de los ricos, porque ha tenido una base muy sólida que le ha dado en las generales más de 10,5 millones de votos. ¿Se han perdido por no llevar camisas blancas y abandonar las corbatas o ha sido por no modificar leyes como la memoria histórica o el aborto, tener una estrategia de comunicación alienígena y hacer políticas que han conseguido cabrear a todo el mundo? ¿Ha sido por una cuestión de forma o de fondo?

Rajoy ha cambiado caras en el partido y ha marginado expresamente a otras figuras. Se pretende un nuevo aire y ritmo, pero estoy seguro de que no será sólo un acto cosmético porque si para ganar basta con buscar «gente guapa», como hacen otros partidos, sería un PP condenado al fracaso. Es verdad que la comunicación y la imagen en la sociedad moderna son muy importantes, pero también el fondo, la preparación, la experiencia y el mensaje.

¿Es el fin de las ideologías y la llegada de la política a golpe de encuestas y telemárketing? ¿Hay que organizar un partido como si fuera un producto comercial? Es una posibilidad, pero resultaría inquietante porque la opinión pública es frágil y voluble. Hay quien puede pensar que el viraje al centro para ganar las elecciones tiene que pasar por ser más socialdemócratas que liberales o conservadores. Es lo que un ex presidente me dijo en cierta ocasión: «cuando llega el PP al gobierno no modifica lo esencial de los cambios sociales que impulsa el PSOE». Es cierto que la gestión en el terreno económico es brillante, como sucedió en la época de Aznar y ahora con Rajoy, pero luego llega el PSOE y se dedica a hacer política, política y más política. Y además maneja muy bien la comunicación. Felipe González perdió por la crisis económica y la corrupción, aunque con un margen de votos pequeño, y Zapatero perdió también por la crisis.

Rajoy tiene en sus manos la posibilidad de ganar y hacerlo, sobre todo, con un margen suficiente para gobernar. La clave está en recuperar al votante cabreado. La cuestión es determinar la causa del abandono. El voto del miedo pude funcionar o no. Es cierto que una victoria del PSOE dominado por Podemos produce enorme inquietud al centro derecha y sería una catástrofe porque los planteamientos de Pablo Iglesias y sus seguidores serían muy perjudiciales para la economía. A pesar de ello no hay que descartar que la movilización de la izquierda resulte suficiente para el vuelco electoral. El centro y la derecha esperan ideas, fuerza, mensajes, propuestas, un horizonte de futuro y un relato. Esto último es muy importante tanto sobre lo que ha pasado estos últimos cuatro años como de lo que quiere hacer Rajoy en la próxima legislatura.