Toni Bolaño

Una cita pública en el Palau

Artur Mas comenzará su actividad política mañana en su despacho oficial. En sus manos tendrá un documento que lleva por título «Ganarse el Futuro. Un nuevo pacto territorial: La España de todos». Ojeando las primeras páginas, el president tendrá claro lo que le vienen a decir. Que el Estado de las Autonomías ha funcionado. Que ha sido un éxito porque ha vertebrado España. Que la crisis política, social y económica lo ha deteriorado favoreciendo a los que quieren destruirlo desde «la tentación centralista y la tentación secesionista». El documento propone una solución «ni retroceso, ni ruptura: federalismo».

El presidente catalán tiene en su poder la «Declaración de Granada». Se la acaban de entregar Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro en el Palau. La cita, prevista desde hacía semanas, la cerraron ayer, con mesa y mantel de por medio, Mas y Navarro. Acordaron que sería pública. Rubalcaba y Duran habían hablado en más de una ocasión de la oportunidad del encuentro. Mas y Navarro también. Al final se ha concretado en un momento especialmente tenso en las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno de España a cuenta de los conflictos protocolarios. En este escenario de guerra de trincheras –en un lado, CDC ningunea a Duran y a los socialistas. En el otro, el Ejecutivo de España no mueve pieza y ha marginado de su diccionario la palabra negociación»–, los socialistas quieren hacer valer su propuesta federalista como una solución al distanciamiento y a la confrontación. Como mínimo una vía a explorar.

Rubalcaba y Navarro, a pesar de sus diferencias como por ejemplo el derecho a decidir, han acercado posturas. Mañana van a explicar a Mas las bondades del federalismo. Siempre será mejor que la ruptura, le dirán. Tratarán de convencerlo. Lo tienen harto complicado. El nacionalismo está dinamitando todos los puentes. Es su argumento para justificar su declaración unilateral de independencia porque «España no nos quiere y nos maltrata». No van a escuchar a nadie que les diga lo contrario. Sería tanto como reconocer su incapacidad. Eso sí, que por intentarlo no quede. El paso de Rubalcaba y Navarro no debe caer en saco roto. Tampoco para Rajoy.