Corrupción en Andalucía

Una de caballerías

La Razón
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Como don Quijote, hay convecinos con la capacidad de idear a un particular sabio Frestón al que achacarle la transformación de gigantes en molinos de viento y, fruto de un encantamiento, la desaparición de los tomos de caballería de la biblioteca que el ama y la sobrina habían resuelto quemar. Está comprobado, no hay revés de la razón que no pueda ser justificado con una fantasía. Por eso, y es lo que andarán pensando en muchos rincones de Andalucía, debe haber sido un encantador de perversas mañas quien haya convertido a Manolo Chaves y Pepe Griñán en ex presidentes de la Junta procesados, un hechizo que, con el 26 de junio a la vuelta de la esquina, se antoja digno del Merlín más legendario. Sin embargo, no hay maleficio al que no le corresponda su bendición. Por arte de magia, al día siguiente del auto de procesamiento, anunció la restitución de la jornada laboral de 35 horas a los empleados públicos andaluces a partir del 1 de enero de 2017. Pero hay más embrujo aún. El ejecutivo regional se ha comprometido ahora a abonar el 75% de la paga extra de los empleados públicos confiscada hace cuatro años. El trampantojo es de traca, tanto que hasta los sindicatos de la mesa redonda han mediado para reconstruir el abracadabra. Si la realidad se queda sin dueño, la imaginación toma el mando. Con la coalición del amor y la sonrisa soplándole la oreja al partido-estado, no hay otra que acudir a los antídotos más adecuados al veneno. En juego está la hegemonía y, con ella, la supervivencia de la prole. El derrumbe puede ser prodigioso. Si el bueno de Alonso Quijano levantara la cabeza, se subiría sin pensarlo en Clavileño para huir volando a Marte. Y, si ladran, querido Sancho, es que cabalgamos.