José María Marco

Unidad y pluralismo

La Razón
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Los resultados de la encuesta publicada ayer por LA RAZÓN sobre el resultado de las próximas elecciones autonómicas en Cataluña avalan algo que la consulta ilegal del 9-N empezaba a dejar claro. Y es que la corrupción nacionalista, encarnada en Jordi Pujol, y la salida de la crisis señalan el final de la euforia independentista. Lo primero porque ha limitado cualquier posible avance del «procès» previo al «Procès», la nacionalización de Cataluña, que nunca ha conseguido superar algo más del tercio del censo electoral. Y lo segundo, es decir la salida de la crisis, porque destruye la idea de que España es un país de seres inferiores, incapaces de gobernarse ellos mismos, que era lo que estaba en la raíz de la movida independentista de estos años, como lo estuvo en la invención del nacionalismo catalán, a principios del siglo pasado. (La crisis griega, en la que ha actuado un populismo soberanista similar, en sus fines y en sus medios, al que actúa en Cataluña, no ha contribuido a mejorar las perspectivas).

Ante esta descomposición, de la que la lista única es un síntoma más, lo mejor es que los partidos nacionales constitucionalistas, aquellos que dan por hecha la unidad de Cataluña con el resto de España, presenten una oferta lo más abierta y plural posible. En España no reina la unanimidad sobre casi nada, excepto, y esto también es muy importante que se visualice con claridad, sobre la unidad de la nación y las instituciones del Estado, que deben ser garantes del pluralismo y de los derechos. A partir de ahí, cada uno piensa y actúa según sus convicciones, sus intereses y sus gustos, sin más límite que la ley. Por eso, entre otras cosas, nos gusta España.

Los partidos que se oponen al nacionalismo no deben por tanto caer en la tentación de hablar de frente antinacionalista. El único antinacionalismo eficaz es mostrar que España es por esencia plural y diversa, al revés que la nación nacionalista propuesta por los integrantes de la «lista única». Y ya que la base del pluralismo está en la Constitución, también sería conveniente que al hablar de una posible reforma constitucional, los partidos nacionales tuvieran en cuenta que ésta no puede ser el objeto de una batalla partidista. A menos, claro está, que se quiera provocar una crisis institucional y nacional que volverá a llenar de argumentos al nacionalismo. Cualquier reforma constitucional deberá ser objeto del consenso de todos. Conviene no olvidarlo.